
China celebrará este 3 de septiembre un desfile militar en la plaza de Tiananmén de Pekín para conmemorar el 80 aniversario de su victoria en la guerra contra la agresión de Japón (1931-1945) y el fin de la Segunda Guerra Mundial en el Pacífico.
El presidente chino Xi Jinping pronunciará un discurso en ese acto, al que ha invitado al presidente de la Federación de Rusia, Vladimir Putin, y el presidente de Estados Unidos (EE. UU.), Donald J. Trump (DJT). Asia es la región del mundo en la que confluyen los intereses geopolíticos y económicos del mayor número de potencias globales y regionales.
Las disputas fronterizas entre China y la India no alteran la estabilidad de su relación, a pesar de que aquellas sigan sin resolver, en un contexto de aumento imparable del papel de Nueva Delhi en el continente asiático.
La enemistad entre la India y Pakistán se mantiene dentro de límites razonables, gracias a que EE. UU., Rusia y China no tomaron partido abierto por ninguna de las dos durante su enfrentamiento militar de esta primavera y las presionaron para reducir la tensión.
Camboya y Tailandia se enfrentaron a partir del 24 de julio pasado en un conflicto localizado, debido a las desavenencias que mantienen sobre la jurisdicción de varias zonas a lo largo de su frontera terrestre común de más de 800 kilómetros.
No obstante, la tendencia más preocupante en esa zona desde el punto de vista de seguridad son las actividades que sobre ella proyecta un poder extrarregional como Estados Unidos (EE. UU.), que está exacerbando su competencia creciente con China.
Los puntos de conflicto potencial entre Estados Unidos y China en Asia son dos. Pekín califica a Taiwán como "provincia" suya y reitera que su reunificación con la China continental se aproxima, aunque los líderes chinos desearían que esta se realizara de manera más pacífica.
China, Japón y Corea del Sur crearon una plataforma de cooperación trilateral en el nordeste asiático a comienzos del siglo XXI, que ha sido saboteada por Estados Unidos, entre otras cosas, por su esfuerzo en convertir a Japón en una potencia militar destacada en Asia.
Sin embargo, el líder del Partido Democrático de Corea del Sur, Lee Jae-myung, ganó las elecciones presidenciales del 3 de junio con un programa que describía a Taiwán como un asunto interno de Pekín y definía a China y a Rusia como factores estabilizadores en Asia. Esta victoria electoral podría cambiar los cálculos de EE. UU. en la zona. El hecho es que los gobiernos de Japón y de Corea del Sur declinaron la invitación a asistir a la Cumbre 2025 de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) del pasado mes de junio en La Haya.
Estados Unidos y China tienen percepciones mutuas diferentes. El gobierno chino asume que la competencia directa con Estados Unidos comenzó, no tiene esperanzas sobre el comportamiento de Washington y cree que el conflicto se mueve hacia una fase más delicada, aunque la guerra no se haya declarado entre las dos potencias.
Pekín está persuadido de que Estados Unidos quiere mantener su hegemonía mundial. Todo ello a pesar de que el presidente Donald J. Trump haya reconocido que el mundo unipolar que surgió al final de la Guerra Fría no existe, ya que ahora es multipolar, aunque EE. UU. quiera seguir ejerciendo sobre este, sin duda, el liderazgo del más fuerte.
Las autoridades chinas están orgullosas de la rapidez con la que respondieron a la imposición inicial de aranceles comerciales por Donald Trump porque estaban preparados y, por lo tanto, no fueron sorprendidos por ellos.
Pekín está convencido de que el acuerdo temporal firmado por estadounidenses y chinos en Ginebra sobre este asunto no resuelve el problema, ni fue una rendición de Estados Unidos. China cree que el conflicto con Washington continuará durante un periodo largo y cuenta de forma decidida e incuestionable con su relación bilateral con Rusia para hacerle frente.
Estados Unidos pasó de que el gobierno de Biden quisiera infligir una derrota estratégica a Rusia en Ucrania de forma expeditiva a que el equipo de Trump desee deshacerse de dicho conflicto, al ser consciente de que no se iba a derrotar a Moscú. Todo esto para facilitar que EE. UU. vire su atención hacia la rivalidad con China.
Donald Trump quiere reubicar los recursos de Estados Unidos hacia el teatro asiático y actuará en consecuencia abandonando a Ucrania y retirando un número significativo de las tropas estadounidenses que están estacionadas en Europa.
EE. UU. cree que se está entrando en una fase decisiva de la rivalidad con Pekín, cuando observa que China está modernizando sus Fuerzas Armadas e incrementando sus fábricas y capacidades militares. Washington está persuadido de que el gobierno de China quiere alcanzar la supremacía en Asia en 2027 y que se convertirá en la tercera potencia militar del mundo en 2030.