
Un ámbito clave para el sector exterior español, la exportación de automóviles, se resiente. Las ventas de vehículos producidos por fábricas de nuestro país retroceden un 9%, lo que reduce un 55% el superávit comercial de esa actividad. Son datos de 2025, pero se equivoca quien culpe a los aranceles. El problema tiene más calado, dado que se relaciona con la dificultad de las fábricas españolas para competir con el auge de las marcas chinas. Especialmente en el coche eléctrico, el nicho en el que el gigante asiático se posiciona con más fuerza. La escasa carga de trabajo –con la excepción de los híbridos enchufables– que presenta nuestro país en el desarrollo de la motorización del futuro amenaza con hacerle perder más competitividad futura todavía.