
Tres años y medio después de la entrada en vigor de la reforma laboral, los puestos de trabajo siguen marcados por una rotación extrema, como revela el abultado volumen de altas y bajas de afiliación, que suman más de 184.000 al día. Pero lo más sorprendente es que la mitad de ellas corresponden a trabajadores con un contrato indefinido, cuando antes del cambio legal apenas llegaban al 10%. Superan, además, la cifra que anotan los temporales propiamente dichos. Una paradoja que despierta muchas preguntas sobre la eficacia de una norma que, pese al apoyo de patronal y sindicatos, no ha sido respaldada por medidas económicas y fiscales. Esta carencia ha impedido a las empresas crear empleo de calidad y reducir la volatilidad endémica de los contratos en España.