Opinión

Almacenamiento: la base de la estabilidad y seguridad del sistema energético ibérico

  • El almacenamiento es una necesidad estratégica para poder asegurar la estabilidad de la red
  • Actualmente, las plantas solares utilizan el punto de conexión a la red solo el 20% del tiempo
Baterías ubicadas en la planta fotovoltaica de Alcoutim, Portugal
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La creciente participación de las energías renovables en el sistema energético está siendo crucial en la transformación del sector en Europa. Este avance, necesario y positivo, implica también una serie de desafíos técnicos que requieren soluciones inmediatas y realistas. El reciente apagón que afectó a España y Portugal puso de manifiesto una cuestión que, aunque no es nueva, cobra cada vez más urgencia: cómo garantizar un suministro eléctrico constante, fiable y competitivo en un sistema con un peso cada vez mayor de las renovables y, por lo tanto, también de fuentes intermitentes, como la solar o eólica. La respuesta no es dejar de incorporar este tipo de energías al mix energético. La clave podría estar, en gran medida, en el desarrollo de tecnologías de almacenamiento energético con baterías.

Lejos de ser una solución del futuro, el almacenamiento es una necesidad operativa y estratégica para asegurar la estabilidad de la red, optimizar el aprovechamiento de las energías renovables y ofrecer precios más estables y competitivos para los consumidores y la industria, dos actores que juegan un papel relevante en esa transición hacia un modelo más limpio. España ha definido un objetivo ambicioso en esta línea: al menos 20 GW de almacenamiento en 2030 según marca el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC). Este volumen representa una apuesta firme por una infraestructura esencial para acompañar la integración de renovables, modular la oferta y demanda en tiempo real y reducir la dependencia de tecnologías de respaldo más intensivas en emisiones. Pero alcanzar esta meta requiere más que planificación: se necesita acción, inversión y, sobre todo, claridad regulatoria. Hoy, el desarrollo del almacenamiento se enfrenta a barreras como la falta de un marco normativo específico, o incertidumbres fiscales y complejidades en los procesos de tramitación. Las reglas del juego no están suficientemente definidas, lo que dificulta la toma de decisiones de inversión y retrasa el despliegue de proyectos que podrían estar operativos y aportando valor al sistema.

Como compañía multienergética con una visión de largo plazo, estamos comprometidos con la transformación del sector en el marco de la transición energética. Nuestra estrategia apuesta por soluciones que permiten mejorar la eficiencia de los activos energéticos, reducir la volatilidad de precios y contribuir a un uso más racional y flexible de la energía. Esto quiere decir que hemos entrado en una nueva fase en el desarrollo de nuestros activos renovables, en la que pasamos de volumen a valor; es decir, de centrarnos en la cantidad de megavatios instalados a priorizar el retorno económico de cada megavatio generado

Para ello, la integración de soluciones de almacenamiento en nuestras instalaciones de generación renovable se ha convertido en una palanca de optimización fundamental, tanto en nuestros activos solares en España como en Portugal. Como uno de los principales productores de energía solar fotovoltaica de la Península Ibérica, con más de 1,5 GW de capacidad instalada y más de 400 MW en construcción, nuestro enfoque se basa en optimizar y mejorar el rendimiento de los puntos de conexión a la red operativos. La clave está en que, actualmente, las plantas solares utilizan el punto de conexión a la red solo el 20% del tiempo. Una cifra que revela un amplio margen de mejora y que puede ser aprovechado mediante la instalación de sistemas de almacenamiento, complementados con otras tecnologías como la eólica. Un ejemplo representativo de esta visión es el parque solar de Alcoutim, donde hemos implementado nuestro primer sistema de almacenamiento con baterías con una potencia de 5 MW y 4 horas de almacenamiento y previsión de sumar otros 55 MW antes de que termine el año. El racional de esta infraestructura es contribuir a la estabilidad del sistema y a la rentabilidad del proyecto, almacenando la energía generada durante los picos de producción solar y liberarla en momentos de mayor demanda. Esta integración inteligente de generación y almacenamiento representa una evolución natural para adaptarnos a los nuevos retos del mercado energético, en el que la flexibilidad, la capacidad de respuesta y la eficiencia serán claves para competir. En definitiva, ser más competitivos sin necesidad de nuevas infraestructuras de conexión.

Más allá del plano técnico, el almacenamiento también tiene una dimensión económica esencial. Al reducir la dependencia de tecnologías más caras o menos sostenibles en momentos de escasez de producción renovable, las baterías ayudan a moderar los precios en el mercado mayorista, beneficiando tanto a los consumidores finales como a los grandes consumidores industriales. En este sentido, el almacenamiento no solo es una solución para integrar renovables, sino también una herramienta que refuerza la competitividad del tejido productivo.

Europa, y España en particular, se encuentran en un momento crucial. Las oportunidades de inversión, innovación y liderazgo tecnológico están al alcance. Pero es imprescindible un entorno que favorezca la colaboración entre empresas, instituciones y reguladores para avanzar de forma sostenida y eficiente. El almacenamiento tiene que ocupar un lugar prioritario en esa agenda, no solo como un complemento a la generación renovable, sino como un pilar de un sistema energético moderno, seguro y orientado al futuro.

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