
En la época de crisis económica mundial se pone de manifiesto la importancia de la internacionalización de las empresas, con el propósito de diversificar el riesgo de depender de un único mercado y buscar economías en expansión y con una creciente demanda interna.
La condición de mercado globalizado de la economía mundial hace que la internacionalización sea uno de los principales factores para sobrevivir en un entorno cada vez más competitivo. Además, el auge de la economía digital que está eliminando las distancias físicas entre los países, permitiendo a las entidades estar interconectadas desde cualquier parte del mundo, y unificando perfiles de consumidor, homogeneizando de esta forma sus demandas y necesidades en relación con los productos y servicios digitales.
De esta forma, los conceptos de competitividad, internacionalización y digitalización cada vez se encuentran más relacionados. De hecho, estudios recientes demuestran que las empresas con actividad en el exterior presentan mejores resultados para sus clientes, accionistas y el resto de los agentes de interés con los que se relaciona.
Las grandes empresas españolas ya han recorrido con éxito este camino y son referencia y elementos tractores en el proceso de salida al exterior y posicionamiento internacional, tanto de sus propios productos y servicios como de los de pymes y emprendedores de su entorno.
A pesar de la mejora del grado de internacionalización experimentado por la economía española en los últimos años, los especialistas económicos consideran que este nivel es todavía inferior al deseable, especialmente en relación con la apertura al exterior de las pymes, y aprecian que éstas adquirirían beneficios significativos del incremento de dicho nivel de internacionalización.
El crecimiento de una empresa en el ámbito internacional se debe al empleo de las fuentes o palancas de valor de manera adaptada a cada uno de los mercados en los que se posicione.Su rentabilidad se basa en la adquisición de un mayor volumen de ventas o de un mayor margen de beneficio, propiciado por la explotación de ventajas competitivas basadas en la diferenciación de sus productos o servicios o en la reducción de sus costes. La gestión adecuada de los riesgos en el destino elegido (político, económicos, sociales, etc.), así como la posibilidad de adquirir nuevas capacidades y recursos, son el resto de los factores que completan la visión de creación de valor en el exterior.
El éxito del proceso de internacionalización nunca está asegurado. La internacionalización no es la solución a los problemas de una empresa, sino una decisión estratégica para poder competir tanto en el mercado local, como en el global. Es por eso por lo que las empresas deben de reflexionar sobre el proceso de internacionalización que quieren desarrollar y plasmarlo en un plan de internacionalización, que sirva como guía para cumplir con los objetivos marcados.
El plan estratégico de internacionalización ayuda a las empresas a tomar decisiones basadas en evidencias y no en decisiones personales o de afinidad con un determinado país. Éste es uno de los principales errores que cometen las empresas principiantes en la internacionalización. Se plantean tres modelos principales de estrategias de internacionalización, que están relacionadas con la forma en la que cada empresa gestione las diferencias de los mercados a los que se dirige:
1.- La Estrategia de Agregación. Consiste en sobreponerse a las diferencias y diseñar un producto o servicio que pueda reunir las características demandadas por distintos mercados y países. Tiene la ventaja de poder gestionar la empresa de manera centralizada alcanzado economías de escala.
2.- La Estrategia de Adaptación. Consiste en la adaptación a las particularidades de cada mercado para disponer de un producto y servicio que responda a las características específicas locales. Tiene la desventaja de que la respuesta a los imperativos locales implica una mayor dificultad organizativa y comercial.
3.- La Estrategia de Arbitraje. Aprovecha las diferencias entre los distintos mercados locales e internacionales, para favorecer la deslocalización de las distintas partes de la cadena de valor de la empresa.
En cuanto a las fases que debe tener un plan de estrategia para la internacionalización de empresas se encuentran:
1.- El diagnóstico inicial busca conocer el punto de partida de la empresa antes de iniciar el proceso de internacionalización, para determinar sus fortalezas y debilidades ante la posibilidad de plantear una estrategia de posicionamiento exterior.
2.- La selección de mercado para la internacionalización permite seleccionar, de entre las opciones que se plantean a la empresa, las geografías con mayor potencial de penetración, crecimiento y mantenimiento de sus productos y servicios.
3.- La definición de la forma de entrada y posicionamiento en el mercado destino concreta el modo de comercialización del producto o servicio y la presencia de la empresa acorde a la estrategia definida.
4.- La determinación de la política de producto/servicio, precio y comunicación particulariza los atributos del producto, su precio de entrada en el mercado y los canales y criterios de promoción a emplear.
5.- El análisis económico-financiero permite conocer la capacidad económico-financiera de la empresa para desarrollar el proceso de internacionalización y las guías para elaborar un plan de negocio de entrada en el mercado de destino.
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