Madrid
La liberalización de los servicios ferroviarios de Cercanías y Media Distancia es el próximo proceso que Transportes tiene sobre la mesa para cumplir con el Reglamento Europeo, que obliga a sacar a la competencia estos servicios. Al igual que ha ocurrido con la alta velocidad, donde tres operadores ya rivalizan con Renfe, la liberalización de los Cercanías despierta interés.
Tanto es así que el grupo estatal francés SNCF, que opera con Ouigo en el segmento AVE, traerá su filial Keolis a España para disputar las rutas a Renfe. El movimiento del gigante galo es lógico, ya que la futura liberalización afectará a servicios públicos, lo que asegura una subvención directa del Estado durante el tiempo que dura la concesión. Es cierto que el propio sistema de licitaciones y la falta de regulación adecuada para la transferencia de personal puede hacer que este proceso solo atraiga a los grandes monopolios estatales, que es justo lo que ha pasado con el AVE. Pese a ello, la realidad es que España está cumpliendo los deberes permitiendo la entradas de competidores en el ámbito ferroviario, como pide Europa.
El problema es que otros países no dan las mismas facilidades y ponen piedras en las vías cuando una firma española quiere entrar en su mercado. Esta falta de reciprocidad la sufre Renfe en Francia. Las innumerables trabas del Gobierno galo han provocado que la operadora española cancele el estreno de sus trenes en la ruta Barcelona-Toulouse y deja en el aire su expansión hasta París, donde quería llegar en este 2025. Un inaceptable ejercicio de proteccionismo que va en contra de los objetivos fundacionales que promovieron la creación de la Unión. La Comisión Europea debería tomar cartas en el asunto e impulsar una justa competencia entre los países.
