
La necesidad de acelerar el gasto en defensa es ahora ineludible. Esto es factible desde el punto de vista económico e impulsará la demanda interna a corto plazo, lo que ayudará a la economía de la UE a salir de los dos últimos años de escaso crecimiento.
¿Pero cuánto gasta la UE en Defensa? Según la Agencia Europea especializada en este ámbito, la Unión destinará 326.000 millones de euros en 2025, lo que equivale al 1,9% del PIB y supone un aumento del 30% desde 2021. Además, ha comprometido otros 100.000 millones de euros hasta 2027, lo que supone otro aumento del 30% en tres años. Sin embargo, a pesar del rápido aumento de los gastos de defensa, esto no es suficiente para proporcionar una disuasión creíble a la agresión de Rusia.
Un estudio reciente muestra que, para tener capacidad militar suficiente, la UE necesitaría 300.000 soldados más y un aumento del gasto anual en defensa de al menos 250.000 millones de euros. Esto equivale aproximadamente a un aumento adicional del 1,4% del PIB al año, además del 1,9% que se gasta actualmente, lo que es directamente comparable a lo que gasta EEUU (3,4% del PIB según el Banco Mundial). Es una cantidad importante, pero entra dentro del poder económico de la UE, tanto a nivel de los Estados miembros como, sobre todo, de la UE. Lo que hace falta es una estrecha coordinación.
Esta cifra es comparable, si no menor, a la de otras respuestas a crisis. En situaciones de ese tipo, la potencia de fuego económica de la UE ha sido mucho mayor. Durante la crisis energética de 2022, los Estados miembros de la UE destinaron entre el 0,5% y el 7% del PIB a proteger a hogares y empresas de las consecuencias económicas. En la pandemia del Covid-19 de la que ahora se conmemoran cinco años, el impulso fiscal nacional inmediato osciló entre el 0,4% y el 8,3% del PIB, con fondos y garantías de liquidez mucho mayores. Junto a ello, la UE creó el Fondo de Recuperación y Resiliencia (FRR) que ascendió a cerca del 5% del PIB durante un periodo de siete años, un instrumento que se financió mediante la emisión de deuda común de la UE, por primera vez a tal escala.
La UE tiene tanto los medios como el poder para responder de forma decisiva e inmediata. Lo que necesita es la voluntad de hacerlo y aceptar coordinarse para maximizar la eficacia.
Una combinación de medios de financiación Hay distintas formas de alcanzar ese 1,4% adicional del PIB. En un reciente artículo de opinión en la prensa internacional, el primer ministro griego abogaba por tres vías:
1) Eliminar los gasto de defensa de las normas fiscales para permitir un aumento del gasto deficitario en los presupuestos nacionales sin activar el procedimiento de déficit excesivo. Sin embargo, reconoce que esto por sí solo no es suficiente ni está necesariamente exento de problemas para la salud fiscal de algunas naciones. Por tanto, debe hacerse con cautela.
2) Incluir la seguridad y la defensa en la lista de prioridades estratégicas del Banco Europeo de Inversiones (BEI). Ha habido muchos llamamientos para que el BEI desempeñe un papel más activo en la financiación del crecimiento en el continente, sobre todo en el informe Draghi sobre la competitividad europea. Hacerlo atraería dinero privado, necesario para distribuir la carga de la financiación de tal empresa.
3) Crear un instrumento europeo de 100.000 millones de euros para las necesidades de defensa colectiva, que se financiaría con deuda, similar al diseño del FRR.
Por otro lado, se estima que la Unión Europea, que apenas ha crecido en los dos últimos años, continuará con esta pobre trayectoria de crecimiento en 2025. Más allá del número de reformas que el informe Draghi esbozaba para aumentar la productividad de forma sostenible, el propio Draghi también hizo hincapié en la necesidad de impulsar la demanda interna, alejándose de la dependencia de las exportaciones como motor del crecimiento.
Aumentar el gasto militar a un ritmo del 1,4% adicional del PIB al año, a corto plazo, supondrá un gran estímulo. Si se hace de forma coordinada, aprovechando las ganancias de eficiencia e incluyendo a todas las partes interesadas, privadas y públicas, supondrá un gran impulso para la economía a corto plazo. Además, las inversiones acelerarán la innovación en tecnologías de doble uso que inevitablemente cerrarán parte de la brecha de innovación señalada por Draghi.
¿Es este el futuro modelo de crecimiento de Europa? La respuesta es no, especialmente porque el gasto en defensa y el crecimiento no están necesariamente correlacionados a largo plazo. Lamentablemente, sin embargo, a corto plazo, la respuesta debe ser sí. Habría sido mucho mejor invertir en educación y en la tan necesaria aceleración de la transición ecológica.
Pero no elegimos los problemas a los que nos enfrentamos. La UE y los demás países europeos deben proteger ahora el continente como única forma de mantener la libertad de elegir cómo vivir.