
Las grandes tecnológicas estadounidenses sufrieron una drástica toma de beneficios a principios de agosto, llegando a caer de media alrededor del 15%, aunque han recuperado dos terceras partes y están ya a apenas un 5% debajo de los máximos. La rotación hacia otros valores, avivada por el descenso de las curvas de tipos, ha permitido que el S&P 500 supere ya los niveles de julio, y que el índice equiponderado haya subido nada menos que un 8% desde entonces. ¿Es este el inicio de una nueva fase en las bolsas en las que los "7 Magníficos" pierden brillo y toman el relevo sectores y empresas más value y más pequeñas?
No parece a tenor de la evolución de los negocios en los últimos meses. Es cierto que los resultados del segundo trimestre no depararon grandes sorpresas positivas respecto a unas expectativas muy altas. Pero no se detecta una ralentización del fuerte crecimiento que auguran los enormes planes de inversión para el despliegue de la Inteligencia Artificial (IA), con constantes anuncios de nuevos centros de datos, de fábricas de semiconductores y de su aplicación por todo tipo de empresas. La mejor muestra es que, desde junio, el consenso de analistas ha elevado otro 3% sus estimaciones de beneficios del sector tecnológico para 2026, que serían un 40% superiores a los de este año, y aún más en los semiconductores.
Las rémoras en bolsa serán, en todo caso, las exigentes valoraciones actuales y un posicionamiento inversor bastante agresivo. Estos "7 Magníficos" (en los que excluimos a Tesla e incluimos Broadcom) cotizan de media a 31 veces los beneficios previstos dentro de 12 meses, en medio del rango 28-34 en el que se han movido recientemente. Puede parecer una barbaridad respecto a un S&P Equiponderado que no llega a 19x. Pero tengamos en cuenta que, si se materializa ese crecimiento de beneficios del 40% (ayudado por las masivas recompras de acciones), esto se convertirá en un más razonable PER 22x en 2026. Como prevemos que el impulso de la lA se prolongue mucho más allá, creemos compatible una normalización progresiva de los múltiplos y que se vayan revalorizando al menos al mismo ritmo que el del resto del mercado.
El posicionamiento en estas compañías sigue siendo elevado, pero se ha relajado desde julio, sobre todo el de los fondos cuantitativos, cuyos algoritmos han llevado a aligerar posiciones al romperse la tendencia alcista de corto plazo y aumentar la volatilidad. Lo que no ha cambiado apenas es la intensa actividad especulativa -en su mayoría con derivados y ETF apalancados- de los inversores minoristas, que siguen encontrando en las tecnológicas, junto a los bitcoins, el mejor activo en que apostar sus ahorros.
Hay quien dice que serán los recortes de tipos los que darán el siguiente empujón al sector, pero aquí discrepamos. Primero, porque el teórico efecto sobre las valoraciones de una menor tasa de descuento queda bastante diluido cuando lo que importa es si realmente lograrán monetizar la lA y crecer tanto como se espera. Y segundo, porque el mercado ya descuenta que la Fed bajará más de 200 p.b. y prevemos que los tipos a largo plazo se queden relativamente estables.
Lo que sí podría impactarle es el resultado de las elecciones en EEUU. No solo por las propuestas sobre cambios en el impuesto sobre sociedades, sino respecto a las recompras de acciones y a la fiscalidad de las plusvalías. El mayor riesgo sería una regulación estricta de las posiciones dominantes de mercado por un Congreso de mayoría demócrata, que podría romper el modelo de negocio de los gigantes de internet.
En conclusión, creemos que la corrección en las tecnológicas no supone un cambio de ciclo. Parece más bien un eclipse que nos oculta temporalmente el brillo deslumbrante de su crecimiento estructural al liderar la revolución de la lA. Así que recomendamos mantener al menos una posición neutral en el sector.