
Los mercados han vivido un verano intenso. Desde mediados de julio hasta la primera semana de agosto vimos importantes caídas en las bolsas de todo el mundo. Unos desplomes que estuvieron ligados principalmente a tres factores: unos beneficios de las empresas tecnológicas en el segundo trimestre, que, pese a ser buenos, no lo fueron lo suficiente para los inversores; una repentina subida de tipos por parte del Banco de Japón, que cogió a los inversores con el 'pie cambiado' –sobre todo porque provocó una brusca subida del yen–; y, por último, unos datos en EEUU, tanto de empleo como de confianza empresarial del mes de julio, que elevaron los miedos a una recesión en la primera economía del planeta.
Es lo que en los mercados se suele nombrar como "la Reserva Federal de EEUU (Fed) se ha quedado por detrás de la curva". Básicamente, lo que quiere decir es que tendría que haber bajado los tipos antes y ahora los tendría que bajar –según los temores de ese momento–, mucho más por culpa de ese retraso. Esto, sumado al poco volumen en verano dio lugar a la tormenta perfecta, que al menos, parece haberse moderado (aunque parece que todavía hay nubes en el horizonte).
Pero ahora es momento de mirar hacia delante, y aunque es posible que asistamos a nuevos periodos de volatilidad, en general si miramos a largo plazo el horizonte parece favorable. Creemos que la economía mundial se irá poco a poco acelerando, la inflación se irá reduciendo, y los tipos de interés van a bajar probablemente más de lo que se esperaba (no hay más que mirar a la última decisión de la Fed de bajar los tipos en 50 puntos básicos con previsiones muy agresivas de cara a 2025).
En este contexto, pese a las dudas de los inversores, lo normal es que los pesos pesados tecnológicos sigan generando beneficios y sigan mostrando cada día un mayor desarrollo de productos y servicios, como nuevos modelos de lenguaje más potente (LLM, por sus siglas en inglés), que seguirán alimentando el entusiasmo por la Inteligencia Artificial (IA) entre los inversores.
No obstante, si bien es cierto que hasta ahora el buen comportamiento de los mercados se había concentrado en torno a unos pocos valores, principalmente las "Siete Magníficas", creemos que se abre también otras opciones de inversión. Un buen ejemplo de ello son las pequeñas y medianas empresas (small & mid caps). Estas empresas están ofreciendo ya buenas cifras de beneficios, con un crecimiento del BPA previsto para 2024 y 2025 del 10% y 14% en el caso de Europa, respectivamente. Pese a la debilidad de los últimos indicadores, principalmente de Alemania, el crecimiento debería coger velocidad gracias al efecto positivo de las rebajas en los tipos de interés, la recuperación de sus socios comerciales, y el incremento de la actividad corporativa, tras un periodo de lenta actividad. Por último, dado su peor comportamiento relativo versus las blue chips, cotizan con unas valoraciones especialmente atractivas, con un PER a 12 meses del índice Stoxx 200 Small Caps de 12,7 veces, aproximadamente un 20% por debajo de su media histórica.
Por tanto, quizás de cara a los últimos meses del año una buena estrategia de cartera podría mantener las grandes empresas tecnológicas de EEUU, que van a seguir apoyadas por su fuerte crecimiento de los beneficios, su exposición a la Inteligencia Artificial, su alto poder de fijación de precios dado su dominio de mercado, y las rebajas de tipos, y combinar las mismas con las "small y mid caps" europeas, que nos pueden dar exposición al potencial ciclo de recuperación económica de la región. Por sectores, por lo tanto, apostaríamos por IT, financieros, y valores industriales, entre otros.