
Si existe una fuerza capaz de transicionar todo un modelo económico de forma estructural y acelerada esta es la digitalización. La mejora de la eficiencia empresarial y de los servicios públicos, el acceso a mercados globales o el desarrollo de nuevas industrias hacen de lo digital una palanca para lograr una economía avanzada.
En el momento actual, la economía española está respondiendo adecuadamente en un contexto global complejo y cambiante en el que las batallas comerciales y dependencias. No obstante, aún estando en una situación aventajada en algunos aspectos, favorecer la competitividad, la productividad y la inversión siguen siendo objetivos prioritarios para nuestro país.
El crecimiento económico de años anteriores, impulsado principalmente por la construcción y el turismo, carecía de un componente innovador y tecnológico. Pero esto está cambiando. La digitalización ha posibilitado la comercialización de servicios que antes no eran exportables. Nuestro modelo productivo en servicios TIC goza actualmente de una balanza comercial que consolida un modelo exportador. Además, el crecimiento de nuevas empresas tecnológicas, conocidas como "scaleups", está atrayendo inversión internacional y fomentando la innovación en sus respectivos sectores. Del mismo modo, se está generando más empleo en el ámbito de la informática y el I+D que en cualquier otro sector, siendo la rama que más está creciendo con diferencia.
Esta coyuntura coincide con una nueva fase innovadora en la digitalización, en la que existen tecnologías que avanzan a pasos agigantados gracias al vínculo virtuoso entre los datos, la conectividad y la automatización. Tecnologías como la Inteligencia Artificial, que están siendo incorporadas a sectores que, históricamente, no habían tenido un impacto efectivo de lo digital.
Este cambio se refleja en el Producto Interno Bruto (PIB). En Adigital, hemos estado midiendo durante años el impacto de la economía digital sobre la economía española y observando su progreso. En 2019, la digitalización representaba el 18,7% del PIB. En 2023, este porcentaje ascendió al 24,2%, lo que supone un aumento de 1,5 puntos respecto al año anterior. Esta cifra sustancial y positiva confirma la posición de España como uno de los principales hubs tecnológicos europeos y su vínculo directo con el crecimiento económico.
Ese 24,2% supone que, a lo largo del año pasado, el impacto de la digitalización alcanzó los 353 mil millones de euros. Así, conforme van sucediéndose los datos anuales de PIB de esta serie estadística, vemos cómo la contribución de la digitalización en nuestro país se consolida debido al esfuerzo que las compañías están realizando tanto en su viaje de transformación digital como en la oferta de productos y servicios digitales. Asimismo, coincide con los efectos de las políticas públicas y reformas implementadas como el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia.
El camino que nos queda por recorrer es exigente. La buena posición estratégica que ocupa España se debe reforzar teniendo muy presente la dinámica geopolítica de la tecnología. La meta es que, para 2030, nuestra economía digital represente el 40% del PIB y que las empresas digitales del país puedan seguir creciendo para configurar un IBEX tecnológico.
Para lograrlo, considero clave avanzar en el fortalecimiento de infraestructuras, la inversión en supercomputación o el almacenamiento en la nube, así como garantizar la disponibilidad de capital e inversión en activos del conocimiento y TIC, como la inteligencia artificial. También son elementos vitales en esta tarea sincronizar la regulación digital de la UE con nuestras empresas y, sobre todo, el desarrollo del talento humano. Redoblando nuestros esfuerzos en estas áreas y reforzando nuestro papel internacional podremos alcanzar una senda de crecimiento que nos sitúe a la vanguardia internacional.
También es fundamental seguir midiendo para comprender y optimizar estas transformaciones. La medición precisa de la economía digital nos proporciona una herramienta indispensable para orientar políticas informadas y basadas en datos.
Solo a través de un compromiso continuo con la inversión en innovación, educación y colaboración público-privada, podremos asegurar un crecimiento sostenible y competitivo que nos permita alcanzar nuestros objetivos en esta nueva era económica digital.