Opinión

El plebiscito de la ingobernabilidad

  • Feijóo ha ganado siempre a Pedro Sánchez en todas las jornadas electorales

Decíamos en las vísperas de la jornada de reflexión que la campaña de estos comicios europeos había sido un dèja vu de la que vivimos en las generales del 23 de julio, y esta misma expresión resulta igualmente válida para definir los resultados del 9-J. Un déja vu que nada o muy poco resuelve a nivel interno tal y como apuntaban las últimas encuestas que esta vez acertaron también todas, menos como es habitual el circo del CIS del servil Tezanos que pagamos todos.

El Partido Popular vuelve a ganar pero con una victoria insuficiente en relación a sus deseos iniciales, que no va servir para forzar la salida de Sánchez del Gobierno, el principal objetivo que solicitaba el electorado. De nuevo, las expectativas populares se reducen durante la campaña lo que debería hacer pensar en un cambio en los equipos y estrategias, porque el problema no es de liderazgo. Feijóo ha ganado siempre a Sánchez en todas elecciones y en todos los terrenos. Todo esto reconociendo que, más que en los escaños, hay que fijarse en los porcentajes y el PP le ha sacado cuatro puntos y más de 700.000 votos – en julio pasado solo le sacó 1,38- y que extrapolando estos resultados a unas generales, el inquilino de La Moncloa hoy no estaría en el Gobierno.

Sin embargo, Sánchez salvó los muebles fagocitando los votos de Sumar, que cada elección que pasa es mas "Restar", y estos resultados le van a servir para intentar atrincherarse en el gobierno, interpretando que ni la amnistía ni la corrupción que le rodean rebajan su suelo electoral, contando además con la desinteresada colaboración de Vox cuyos votos, una vez más, sólo sirven para sostener a Sánchez y al sanchismo. Su renuncia a comparecer junto a Begoña en la sede de Ferraz dejando sola a su candidata, al igual que su amiga Yoli la de los cohetes, confirman una derrota que ahora intentarán disfrazar con fango y subterfugios.

Es decir, las urnas europeas nada cambian de momento, algo que se esperaba. El plebiscito sobre la persona y la gestión de Sánchez ha derivado en una situación de la absoluta ingobernabilidad porque pese a su manual de resistencia, Sánchez está más débil y tanto él como su equipo saben que ahora los problemas judiciales de su esposa, los posibles de su hermano, las investigaciones del caso Koldo o caso PSOE y la división de sus socios, consolidan una España ingobernable.

Esto y la deriva catalana. Porque el verdadero partido sobre el futuro de Sánchez y de la legislatura empieza ahora y se juega en Cataluña con Puigdemont, el prófugo de la Justicia, como árbitro además de parte interesada que ya lo advirtió claramente en la campaña: "o presidentes los dos o ninguno". Y Sánchez sabe que no puede permitirse el lujo de entregar la cabeza de Salvador Illa a los independentistas porque provocaría la escisión del socialismo catalán y una fuga muy importante de votantes, especialmente en la comunidad donde tiene su principal caladero de electores.

Respecto a Europa, apuntar el ascenso importante de la extrema derecha que obedece fundamentalmente a la inmigración y a la política de fronteras pero que no va a impedir la actual alianza de populares, socialistas y liberales porque los resultados dan. Eso garantiza el continuismo en las políticas económicas y sociales, con la vuelta a las reglas fiscales de déficit y deuda pero se abre la puerta a una suavización en los plazos y objetivos medioambientales de la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible, especialmente en lo que afecta a la continuidad de los vehículos de combustión.

Y dicho esto y con la esperpéntica irrupción de Alvise Pérez, el nuevo Ruiz Mateos, sólo añadir que "se acabó la fiesta".

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