
Cuando antes de su descanso de cinco días, Sánchez se dirigió a los españoles, yo –ingenuo de mí- creí que estaba realizando una autocrítica, pues le había visto arremeter contra Isabel Díaz Ayuso en las cabezas de su hermano, de su padre y de su novio. Pero no era eso. Se trataba de escupir y echar lodo al otro lado del muro. Un muro que él mismo se había empeñado en levantar.
Virgilio Zapatero ha contado a este propósito una anécdota referida a Paco Fernández Ordóñez. Estaban en un Consejo de Ministros escuchando a otro ministro (creo suponer que era Miguel Boyer) y Paco le dijo a Virgilio: "¡Qué brillante es nuestro colega! ¡Es el que mejor nos saca de los líos en que nos mete!".
En verdad, tal como señala Virgilio Zapatero, no era para ponerse así por el hecho de que la mujer de Sánchez se vea envuelta en una simple apertura de diligencias en un juzgado. En 2022 hubo 3.216.590 diligencias previas en los juzgados españoles. Por otro lado, el presidente del Gobierno puede dirigirse a los ciudadanos, pero lo que no debe hacer es olvidarse de rendir cuentas al Parlamento, que es donde ha sido elegido para el cargo. Debió, por ello, dar en sede parlamentaria todas las explicaciones para justificar la actuación de su esposa. Pero en lugar de hacer eso, como si se tratara de un sistema presidencial, se dirigió por carta a la ciudadanía abriendo una crisis incomprensible, se retiró a meditar durante cinco días y terminó comunicándonos a través de la televisión el resultado de sus reflexiones. Todo ello al margen del Parlamento.
En palabras del mencionado Virgilio Zapatero, "este proceder es incompatible con la esencia de la democracia parlamentaria. La división de poderes y sus delicados equilibrios es un corsé que puede resultar demasiado estrecho. Pero sin su respeto no hay democracia, la democracia parlamentaria que establece nuestra Constitución".
Si se quiere avanzar en la política hoy en España son necesarias una nueva ley de partidos y una nueva ley electoral. Pero ninguna de ella está en la agenda del PSOE. En cualquier caso, conviene no olvidar que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos establece el marco normativo tanto en la regulación de las relaciones entre libertad de prensa y los derechos humanos como en la normativa sobre transparencia de los medios de comunicación (la nueva European Freedom Media Act).
Lo que no debe hacerse es cambiar el sistema de selección del Consejo General del Poder Judicial para que Sánchez y los separatistas pongan allí (como han hecho en el Tribunal Constitucional) a quien les dé la gana. Lo ha expresado muy bien Virgilio Zapatero: "El presidente que lidere tal iniciativa hundirá la imagen de España situándonos al lado de las democracias iliberales. Y pasará a la historia con su nombre grabado en la lista en la que ya figuran los Viktor Orbán, Mateusz Morawieki, Jaroslaw y Lech Kazinski, por no citar algunos ejemplos populistas en Latinoamérica". Y destruirá el prestigio internacional de nuestro Estado de derecho, porque se van a radicalizar las posiciones, porque van a dividir aún más la nación y envenenar la convivencia, y porque lejos de regenerar algo van a degenerar lo que tenemos.