Opinión

Navegando la tormenta: la importancia de la Gestión de Riesgos de Terceros para la sostenibilidad empresarial

Foto: Istock

Las empresas están viviendo tiempos de incertidumbre que se están traduciendo en un incremento de los costes o en una deficiente toma de decisiones. La operativa empresarial se ve afectada por distintos riesgos que se incrementan cada día. Esto implica que una de las prioridades empresariales tenga que pasar por gestionar esos riesgos para que las organizaciones puedan mantener su actividad y su negocio de una manera fluida.

La diferencia con respecto a periodos anteriores es que la gestión de los retos empresariales ya no se reduce únicamente a los procesos internos, sino que las empresas están expuestas al buen hacer de cadenas de suministro complejas y a proveedores y partners que también pueden verse afectados por diferentes riesgos.

La dependencia y relación con terceros hace que los riesgos sean cada vez más. Y, por tanto, la estrategia de una empresa debe considerar la evaluación de proveedores, prestadores de servicios y también, las soluciones de TI externalizadas, para que la organización pueda mantener la integridad operativa, financiera y reputacional. No llevar a cabo esta evaluación puede provocar brechas de seguridad, daños reputacionales, disminución del rendimiento operativo, incumplimiento de objetivos o pérdidas financieras, debido a fallos o negligencia por parte de aquellos terceros que trabajan junto a la empresa.

Esta evaluación debe permitir a la empresa conocer de la forma más exhaustiva posible la respuesta de los terceros a los diferentes riesgos identificados. Con esta información se podrán tomar decisiones sobre los requerimientos a exigir a los terceros, nuevas contrataciones y el seguimiento a establecer.

Pero, ¿qué es la Gestión de Riesgo de Terceros, también conocida por sus siglas en inglés TPRM? Se trata de un enfoque que analiza y gestiona de forma continua los riesgos asociados con los proveedores, socios y cualquier tercero que tiene acceso a los datos, tecnologías y procesos de negocio de una organización. Una de las características de las empresas actuales es que mantienen lazos con una amplia y compleja red de terceros: desde los proveedores que les proporcionan las materias primas hasta aquellos que les ofrecen servicios tecnológicos. Toda esta tela de araña implica un incremento de las vulnerabilidades que van más allá de los procesos internos.

Por otra parte, la incertidumbre global se encuentra en aumento. Crisis económicas y sanitarias, conflictos bélicos o desastres naturales han incrementado el nivel de riesgo que asumen las organizaciones que pueden afectar a la continuidad del negocio y a la capacidad de terceras entidades para cumplir sus compromisos con la organización. Por este motivo, la evaluación continua de los riesgos se convierte en un elemento esencial para anticipar posibles disrupciones y desarrollar estrategias efectivas que mitiguen esas contingencias y fortalecer así la resiliencia de la organización.

Asimismo, las empresas que no tengan un enfoque TPRM se exponen a sufrir riesgos regulatorios y de cumplimiento ya que, si un proveedor o un socio comercial no cumple con las normativas, la empresa podría enfrentarse a consecuencias legales, incluso si no es directamente culpable.

Establecer una estrategia

Aunque reducir el riesgo de las amenazas a cero es imposible, la implementación de una estrategia de gestión del riesgo permitirá acotarlas a su mínima expresión. A la hora de diseñarla es necesario tener en cuenta diversos elementos, que cambiarán según las características de cada empresa y el sector en el que opere. El eje fundamental de todos los aspectos y que afecta a la práctica totalidad de las organizaciones, es el establecimiento de evaluaciones continuas. El establecimiento de protocolos que evalúen y auditen de forma regular a terceros actores permitirá una toma de decisiones adecuada con respecto a qué hacer con ese proveedor.

En este sentido, es fundamental que la empresa cuente con personal suficientemente capacitado para identificar y abordar riesgos asociados con terceros. El objetivo es que estos empleados comprendan la naturaleza y el alcance de la relación que la empresa tiene con esos proveedores o socios externos. Para ello no basta con analizar las capacidades operativas y financieras de los proveedores, sino que también hay que evaluar su postura frente a riesgos específicos, como son los ciberriesgos o la fortaleza que pueden tener ante eventos disruptivos.

Además, y de la misma forma, es también vital la realización de una revisión exhaustiva de los contratos firmados. Cada uno de ellos debe especificar de manera clara las expectativas, responsabilidades, medidas de control y las acciones a seguir en caso de incumplimientos.

Por todo ello, una de las claves a la hora de diseñar una estrategia TPRM efectiva reside en la monitorización. No es apropiado realizar una única auditoría en un entorno tan cambiante como el actual, por lo que la gestión del riesgo de terceros requiere llevar a cabo un análisis constante.

Los riesgos pueden evolucionar con el tiempo debido a cambios en el entorno empresarial, nuevas amenazas emergentes o ajustes en las operaciones de los terceros. La monitorización continua permitirá que una empresa pueda adaptarse de forma dinámica a circunstancias cambiantes y pueda identificar y abordar nuevos riesgos para impedir que se transformen en una crisis empresarial.

Para poder hacer frente a estos y otros aspectos de la gestión del riesgo de terceros, las soluciones GRC (Gobernanza, Riesgo, Cumplimiento) son un aliado esencial. Permiten optimizar procesos, fortalecer la resiliencia y potenciar la adaptabilidad de las empresas ante un paisaje de riesgos en permanente evolución.

Una solución GRC ayudará a que la organización pueda consolidar datos de múltiples fuentes, ofreciendo una visión holística de los riesgos en una plataforma única y accesible. Además, estas plataformas hacen uso de la automatización, y permiten que las empresas puedan agilizar procesos repetitivos: desde la recolección de datos hasta la evaluación, lo que minimiza los errores y acelera la toma de decisiones.

En definitiva, implementar una estrategia de TPRM no sólo permitirá la incorporación de medidas preventivas, sino que reforzarán la resiliencia de la organización. De esta forma, se construirá un entorno empresarial resiliente y mejor preparado afrontar los retos que plantea un entorno de incertidumbre como el actual.

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