
Históricamente el BCE (y el resto de bancos centrales) iba a rebufo de la Fed estadounidense en política monetaria. Pero todo apunta a que dicho patrón no se cumplirá en este 2024. A ello contribuye que el eurobanco está más cerca que la Fed de su objetivo de inflación a largo plazo. Pero también la necesidad de Alemania, primera economía del euro, de que la política monetaria sea más laxa para salir de la recesión. Esto ha llevado a los mercados a asumir que 2024 será un año de rebajas agresivas en el precio del dinero en Europa. Así, los inversores estiman que los tipos se recortarán en 125 puntos básicos en el ejercicio, pasando del 4,5% actual al 3,25% en diciembre. Los analistas, por su parte, son menos optimistas y prevén un recorte de solo 75 puntos básicos, hasta el 3,75%. Esta última rebaja es la mitad de la que los inversores habían previsto hace apenas un mes, lo que refleja que existen dudas al respecto de que la batalla contra la inflación se pueda dar ya por ganada.
Hasta ahora, el BCE ha contado con un aliado en los precios de la energía y las materias primas que se mantienen relativamente bajos si se tienen en cuenta factores como la guerra de Ucrania o la de Gaza. Pero es evidente que la persistencia de estos conflictos sigue siendo un riesgo a tener en cuenta para los precios. Lo mismo ocurre con los alimentos, que siguen en niveles muy elevados ( 7,4% en España) y ponen en duda el fin de la pesadilla de la inflación. Esto ya ha llevado al BCE a mostrarse cauto con las bajadas de tipos asegurando que no tiene ninguna prisa en arrancar el ciclo de recortes. La incertidumbre, por tanto, con el IPC sigue presente y pone en duda el escenario optimista que el mercado aún dibuja con los tipos.