Opinión

Eurasia se conecta con el Próximo Oriente

  • EEUU acusa a Irán de proveer de drones y misiles a Rusia para su ofensiva ucraniana
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La Federación de Rusia consiguió estabilizar y salvar al régimen de al-Assad, gracias a la respuesta militar que ofreció, a partir de 2015, a la petición del gobierno sirio para evitar que la guerra civil en Siria, desencadenada por actores externos, bajo el disfraz de la llamada primavera árabe, acabara por hacer desaparecer a este país.

China, por su parte, lleva décadas proyectando su influencia a través del proyecto estratégico de la Iniciativa del Cinturón y de la Ruta (ICyR) o Belt Road Initiative (BRI), como se le conoce en inglés.

La polarización que vive el mundo, desde el 24 de febrero de 2022, no ha hecho más que acelerar este proceso, que está produciendo resultados tangibles.

Por ejemplo, muchos de los países árabes, a través de la Organización de Países Exportadores de Petróleo + (OPEP+), han colaborado en impedir que la imposición de los países del G7, por instrucciones de Estados Unidos (EEUU), de un precio máximo sobre las ventas del petróleo ruso en el exterior funcionara y que las sanciones de Occidente contra Rusia fueran efectivas.

En lo que tiene que ver con lo militar, EEUU acusa a Irán de proveer de vehículos aéreos no tripulados (VANT), o drones, y de sistemas de misiles a Rusia para su uso en la Operación Militar Especial (OME), que ésta está desarrollando en Ucrania, aunque Moscú no haya confirmado estas alegaciones.

Asimismo, Irán se unió, en julio de este año, a la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) o Shanghai Cooperation Organization (SCO), como se la conoce en inglés, y durante la cumbre de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), que se celebró en Johannesburgo, en agosto pasado, fue invitado a unirse, junto a Arabia Saudí, Argentina, Egipto, Emiratos Árabes Unidos (EAU) y Etiopía a la nueva BRICS+.

De forma destacada, China medió, con éxito, en el nuevo entendimiento que se ha creado, a partir de marzo de 2023, de forma inimaginable para muchos, entre Arabia Saudí, el país musulmán suní por excelencia, e Irán, la nación de referencia para el islamismo chiita, que eran, hasta ese momento, rivales irreconciliables aparentemente.

Este acuerdo provocó una sacudida importante en todo el Próximo Oriente y ayudó a afianzar la importancia creciente que China está adquiriendo en aquella región.

Por último, Pekín se ha convertido en un jugador económico crítico para los países del Levante, especialmente, en todo lo referente a la ejecución de proyectos de grandes infraestructuras o a la construcción de centrales de energía nuclear, ya que, en este último caso, China no se siente limitada por las restricciones internacionales que se aplican entre ellos los proveedores occidentales en este terreno.

EEUU, por el contrario, no sólo no ha sido capaz de contrarrestar esa corriente profunda, sino que, en estos momentos, sufre de la debilidad que le provoca el que la percepción sobre su retirada de esa región, tras los fracasos estadounidenses en Iraq y en Afganistán, esté bien extendida.

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