
Existe una máxima bursátil que reza que un retorno del 7% cada año en renta variable es la meta a la que todo gestor debe llegar. Ello es porque dicho porcentaje es el que se necesita para que un ahorrador duplique la inversión en una década. Pues bien, los grandes planes de pensiones individuales de bolsa, que son precisamente los damnificados por Escrivá al reducir su atractivo fiscal, han alcanzado dicha rentabilidad en los últimos diez años. Un rendimiento que incluso supera el 10% en cuatro productos, que centran sus estrategias en las cotizadas americanas. Estos planes se han beneficiado del mejor comportamiento de Wall Street, que se ha impuesto claramente a las plazas europeas en la última década, con un retorno anualizado del 9,9%.