
En una sociedad cada vez más consciente de los desafíos sociales y medioambientales, el compromiso de ciudadanos, asociaciones, organizaciones y administraciones se convierte en un reto común en busca de un futuro sostenible. En este contexto, el compromiso empresarial con la sostenibilidad ha pasado de ser una actividad meramente filantrópica a ser uno de los pilares sobre los que debe pivotar la actividad de cualquier compañía. La integración de los criterios ESG, en inglés 'Environmental, Social and Governance', (ambiental, social y de gobernanza) se ha extendido entre las empresas españolas, que ya destacan a nivel mundial, ocupando el undécimo lugar a nivel global en cuanto a prácticas de sostenibilidad corporativa según el Índice de la Sostenibilidad Empresarial de EcoVadis.
Estos criterios definen el impacto de una empresa en la sociedad y el medioambiente y han dado paso a un nuevo perfil de inversor para las compañías que comienza a evaluarlas más allá de sus resultados financieros. Para estos nuevos inversores, bautizados como Inversores Socialmente Responsables, la incorporación de los criterios ESG se ha convertido en un aspecto crucial y, en extensión las calificaciones o ratings ESG, una evaluación de cómo una empresa aborda estos criterios en su estrategia y modelo de negocio.
Así pues, los inversores confían cada vez más en aquellas organizaciones que obtienen calificaciones más altas en estos aspectos. El esfuerzo y compromiso de las empresas por construir un futuro más equitativo, inclusivo y sostenible se traducen confianza y en una mayor ventaja competitiva.
De hecho, según apuntan desde el Observatorio de la Inversión ESG, desde la pandemia de la COVID-19 los mayores gestores de activos a nivel mundial se dirigieron "hacia una casi completa integración de los factores ESG en sus políticas de inversión".
Un ejemplo reciente es el caso de empresas como UCI o Mas Móvil, entidades que a lo largo de 2023 han obtenido un ESG Entity Rating por su desempeño en términos de reducción de huella de carbono, gestión de residuos, actividad comercial, organización de préstamos verdes, gestión de las relaciones con sus grupos de interés, integración de prácticas para garantizar la diversidad e inclusión o la transparencia en la toma de decisiones y composición de su junta directiva.
Adoptar esta perspectiva no es solo una responsabilidad moral en la década de la acción sino también una oportunidad estratégica para garantizar su competitividad a largo plazo y cumplir con las crecientes expectativas de inversores y consumidores comprometidos con un futuro más sostenible.
La implementación de políticas y prácticas empresariales más responsables no solo resulta fundamental para atraer a inversores, sino también para ampliar la base de clientes y explorar nuevos mercados. El compromiso con la sostenibilidad ambiental ha evolucionado hasta convertirse en un principio esencial para una parte significativa de la sociedad, la cual responde favorablemente optando por productos y servicios de empresas que han adoptado prácticas conscientes con el medio ambiente. Un ejemplo claro de esta tendencia se manifiesta en el sector de la vivienda. Según el I Observatorio sobre Vivienda y Sostenibilidad realizado por UCI, donde la mayoría de los españoles estaría dispuesto a asumir un mayor coste a cambio de vivir en una vivienda sostenible. En una decisión tan crucial para la vida de las personas, la eficiencia energética se ha convertido en un criterio natural de elección de vivienda y que ya se posiciona al nivel de aspectos como su tamaño y ubicación.
La sociedad exige a las empresas que no solo ofrezcan productos y servicios de calidad, sino que también se comprometan activamente con la protección del planeta. La reputación se ha transformado en una moneda valiosa que se gana y se mantiene a través de prácticas sostenibles y el firme compromiso con la preservación de nuestro entorno, lo que se traduce en un mayor éxito y reconcomiendo a pequeña y gran escala.
A medida que avanzamos hacia el futuro, es innegable que el compromiso de las empresas con el medio ambiente se intensificará aún más. Las razones son claras: la conciencia global sobre la urgencia de abordar los desafíos medioambientales sigue en aumento, y las expectativas de los consumidores, inversores y reguladores están en constante evolución. En este contexto, el éxito empresarial se medirá no solo por el crecimiento de sus ingresos, sino por su capacidad para abordar la responsabilidad hacia el entorno que nos rodea. Como consumidores y ciudadanos, es nuestro deber apoyar y alentar este cambio hacia un futuro más sostenible, asegurándonos de que las empresas sigan liderando el camino hacia un mundo mejor.