
Un mes más, el gasto mensual en pensiones marca otro hito histórico, al rebasar con creces los 12.000 millones el pasado julio. No obstante, la estadística de la Seguridad Social arroja otro dato de un mayor interés, como es el referido a cómo evoluciona la cuantía de las nuevas pensiones de jubilación.
Su promedio ya se sitúa en los 21.450 euros anuales, lo que implica que la brecha que las separa del sueldo más habitual en España (una referencia más útil a estos efectos que la que proporciona el salario medio) no encuentra techo y ya se sitúa en el 14%.
De este modo, se ensancha el desequilibrio ya crónico entre las remuneraciones de los jubilados y las propias de los trabajadores ahora en activo. Se trata de un problema que también se manifiesta de otros modos, como el hecho de que menos de dos cotizantes respaldan a cada pensionista en la mitad de las comunidades autónomas.
Y la tendencia irá a peor en los próximos años debido a los retrocesos que se prevén para la población activa española. Esta última está ahora mismo creciendo, gracias a la inmigración, pero se trata de un fenómeno coyuntural que no debe confundir.
En el largo plazo, el envejecimiento poblacional será el factor decisivo en la evolución de la fuerza de trabajo española. El gasto en pensiones carece ya de todo factor corrector que tenga en cuenta esa realidad, al igual que también ignora las perspectivas de crecimiento del PIB o los desequilibrios que sufren las cuentas públicas.
Esa actitud temeraria de la última reforma de las pensiones deja en el aire la sostenibilidad misma de estas últimas.