
La última semana del mes de julio ha sido clave para los mercados financieros porque han coincidido las reuniones de la Reserva Federal y del BCE para decidir sobre los tipos de interés. Y como dice la frase, reunión de pastores, ovejas muertas. El resultado, que todo el mundo esperaba y que estaba ya descontado en los mercados, ha sido un nuevo golpe de gracia de 25 puntos básicos a los tipos que se sitúan en el 5,5% y 4,25% en Estados Unidos y la zona euro, respectivamente. Y si la Fed decide seguir subiendo en el futuro, le seguirá el BCE, al igual que los hijos pequeños siguen a sus padres, porque las economías se encuentran conectadas a través de la relación euro-dólar.
No hemos de olvidar que, a pesar de que algunos lo nieguen, la principal causa de la fuerte inflación que sufrimos se debe a las medidas de política monetaria expansiva que regaron las economías de la zona euro de liquidez y de tipos cero, a lo que hay que sumar los elevados desembolsos de los billonarios paquetes de estímulo fiscal. Todo ello, agravado por la guerra de Ucrania y no al revés como se pretende argumentar, por parte de algunos políticos, para blanquear el fracaso del BCE en su principal objetivo, controlar la inflación sin superar el 2%. El hecho de no querer reconocer esta lamentable realidad que nos está empobreciendo a todos, originó el retraso en la adopción de las contramedidas: la subida de tipos y la retirada de la barra libre de liquidez, las que llegaron cuando ya era tarde para frenar a una inflación que ya se había desbocado.
Unos responsables que se agarran a sus sillones, ellos carecen de toda credibilidad y estuvieron meses negando la evidencia, intentando convencernos de que la subida de precios sería flor de un día, pero la aplastante realidad les obligó a admitir la evidencia, sin aceptar que era un error por el que tendrían que haber dimitido en bloque, y comenzaron a subir tipos a una velocidad vertiginosa, lo que hizo que las economías entrarán en un coma "típico", es decir, de tipos. Al igual que cuando alguien bebe mucho alcohol de forma muy rápida, puede conllevar llegar a un estado de coma y posteriormente a la muerte, las economías se han visto lastradas, algunas ya se encuentran en una recesión que probablemente se acentúe en los meses venideros.
Así pues, el mismo equipo médico que recetó el remedio para la cura de la economía tras la pandemia y que trajo como efectos secundarios una inflación resistente, es el que ahora quiere combatir las secuelas con una nueva medicina que deja sin defensas y debilitada a la economía.
Primero te parten las piernas y luego te hacen pagar por las muletas para que puedas seguir caminando, mientras te anticipan que la rehabilitación será larga, dolorosa y con secuelas.
Una de las principales consecuencias es la subida del Euríbor que cierra julio en el 4,15% y que, al ser el principal índice de referencia de los préstamos hipotecarios, encarecerá en tres puntos, los créditos de aquellas familias que tengan que renovar ahora, lo que puede suponer que su cuota hipotecaria se encarecerá unos 320 euros, casi un 50% más, que no es poco. Sin embargo, la realidad es peor, porque el incremento en el gasto real de una familia no se debe medir por el aumento de la cuota, sino por el de los intereses pagados. Es decir, si hace un año esa familia pagaba unos intereses mensuales de 300 euros, ahora, por el método de amortización francés, pagarán unos 775 euros, es decir, 465 euros más de intereses, que representa un gasto adicional anual de 5.600 euros.
Mientras tanto, los ciudadanos hormiga, aquellos que ahorran y que no viven al día, son los principales damnificados, pues sus ingresos se ven mermados por el veneno inflacionario, pero sus ahorros también van erosionándose día a día, languideciendo en unas instituciones financieras que no tienen el más mínimo pudor en reconocer que no van a remunerar por los depósitos a niveles cercanos al Euríbor y que, si lo hacen, será a partir del año que viene, pues tienen exceso de liquidez, también provocada por el BCE.
Y por supuesto, estos niveles de tipos están golpeando a las economías europeas, algunas ya fuera de recesión técnica como Alemania, el motor de Europa, que ha mejorado su inflación en 2,3 puntos hasta situarse en el 6,4%, pero con un mercado laboral estancado, cuya tasa de paro ha subido al 5,7%. Si Alemania estornuda, el resto de Europa se resfría.
Ahora que el BCE deje la puerta abierta a nuevas subidas, el Euríbor seguirá creciendo y vaciando el bolsillo de los hogares, mes a mes, algo que se mantendrá incluso cuando los tipos dejen de subir, pues habrá varios trimestres en los que se mantendrán estables, antes de iniciar su cambio de ciclo, algo que el propio BCE espera que ocurra en 2025. Mientras tanto, los europeos habremos perdido un 25% de nuestra riqueza y menos mal que esta inflación era temporal y no debía preocuparnos.