
Una de las columnas creadas por la Democracia es la igualdad ante la ley y otra la presunción de inocencia. Pues bien, el nuevo feminismo simplemente se las quiere cargar, y como expresión de ese neofeminismo está el llamado MeToo. La última faena de las muchas que han hecho estas antidemócratas tiene un nombre: Kevin Spacey, un actor de primer nivel al cual han destruido. La Justicia acaba de absolver a Spacey de los delitos sexuales de los que se le acusaba. ¿Y ahora qué? como ha escrito Juan Soto Ivars.
"Ahora la justicia lo ha absuelto de todos los cargos. ¿Quién lo limpia? Nadie. Ya veremos en el futuro si será readmitido en sociedad. Son las piezas que van cayendo de esa alucinación colectiva que hizo creer que se pueden construir situaciones más justas utilizando pedradas de injusticia."
El resultado del movimiento MeToo es que ahora hay más mujeres en Occidente que creen que son menos libres porque están en mayor peligro, y que padecen más a la hora de iniciar una relación. Hay más sentimiento de culpa y más tabúes en la vida sexual. Algo de lo que, por cierto, algunas francesas viejas y libres como Catherine Deneuve alertaron desde el principio con un manifiesto valiente.
Lo que montó el MeToo desde el inicio fueron juicios paralelos, que no eran otra cosa más que una caza de brujas. En ellos no existen garantías, ni abogado defensor. Y esto sirve lo mismo para Kevin Spacey y el MeToo que para Dolores Vázquez o Amanda Knox, porque no va de sexo: va de justicia, castigo mediático y difamación. La barbaridad que era el MeToo estuvo a la vista desde el principio. Pero lo peor de ese movimiento supremacista y perseguidor es que se ha desplazado hasta Europa y en España pronto se convirtió en aquel "Yo sí te creo", lo cual era como decir que alguien por ser mujer no podía mentir. ¿Quién en sus cabales podría sostener que una mujer no mentirá nunca para dañar a un hombre? ¿No es algo tan insensato como sostener que un hombre nunca mentirá?
Recordemos que con la legislación vigente en España se quita el derecho a ver sus hijos a cualquier varón que sea denunciado por su pareja femenina. En otras palabras: la legislación vigente en España se ha cargado la presunción de inocencia y en estos casos la palabra de la mujer va a misa. Y si más tarde se demuestra que la mujer ha mentido y con sus mentiras ha maltratado a su pareja entonces no pasará nada porque ahí está el Gobierno de Sánchez para indultar a las delincuentes.
De sobra conocidos son los casos de Juana Rivas y María Sevilla, acusadoras falsas que fueron ensalzadas como víctimas por la prensa y luego fueron condenadas por secuestrar a sus hijos, por cierto, nadie las condenó por la tortura infligida contra sus exparejas a base de acusaciones falsas. Una vez condenadas fueron indultadas por un gobierno al que la justicia parece importarle bien poco. Además, que yo sepa nadie ha pedido explicaciones a Sánchez por haber indultado a semejantes pécoras.