
La Fed y el BCE han calcado su actuación y sus mensajes tras las reuniones celebradas esta semana. Si el miércoles, la Fed subió los tipos medio punto, hasta el 5,5%, ayer el BCE hizo lo propio con un alza idéntica, que lleva el precio del dinero al 4,25%.
Asimismo, los presidentes de ambos bancos, Cristine Lagarde y Jerome Powell, han evitado comprometerse a subir más los intereses en septiembre, pese a que prácticamente lo habían anunciado en junio. El mercado ha interpretado este cambio como un primer indicio de que la inflación está más cerca de estar controlada, lo que acercaría el final del ciclo actual de endurecimiento monetario.
No en vano, los inversores estiman que será en la primavera de 2024 cuando los tipos pueden empezar a bajar. Este optimismo ha impulsado las bolsas en EEUU y Europa. Así, el Ibex marca un nuevo techo anual, impulsando también por la buena temporada de resultados de las empresas. Un buen desempeño que también muestra el Eurostoxx 50, la referencia en el Viejo Continente, que tras subir un 2,33% ayer rompe la resistencia clave de los 4.415 puntos.
Pese al buen comportamiento de la renta variable, se debe tener cautela. Para empezar, los mercados adelantan el entorno macro y las actuales subidas reflejan el positivo impacto que el fin del ciclo del alza de tipos tendría en la economía. Pero más importante aún es el hecho de que el IPC, especialmente en su tasa subyacente, está lejos de estar normalizado (2%-3%).
Además existen factores, como el veto de Putin al grano ucraniano que elevará el precio de los alimentos y el alza que ya muestra el crudo, que pueden tirar de la inflación en los próximos meses. Esto obligaría a la Fed y al BCE a persistir en las subidas de tipos que encarecen la financiación y frenan la actividad.
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