Opinión

Pedir lo imposible

Foto: Bloomberg

Lo primero que me viene a la cabeza al pensar en las elecciones del domingo pasado es el tezanazo de las encuestas pre electorales, que daban por hecho que la suma de PP más Vox iba a dar mayoría absoluta en el Congreso de los Diputados. Es verdad que el PP ha ganado las elecciones pero la derecha (PP+Vox) está muy lejos de la mayoría absoluta.

En cuanto a la demoscopia nacional el patinazo ha sido de tal tamaño que deberían hacérselo mirar. Y es que no sólo han fallado las previsiones con las cuales nos han estado bombardeando desde el 28 de mayo sino que también se ha columpiado la misma noche electoral suministrando datos obtenidos a pie de urna. Es decir, que no eran datos resultado de una pregunta tal que "¿A qué partido piensa votar usted?" sino "¿A qué partido ha votado usted?". Como es obvio, el sesgo de error de este último caso es mucho menor, o casi inexistente.

Y ahora, ¿qué? Parece evidente que la única solución racional y estabilizadora sería un acuerdo de Gobierno pactado sobre unas líneas constructivas y con Feijóo al frente. Recordemos que Núñez Feijóo le tendió la mano a Sánchez en el debate para evitar a Vox en caso de que el PP fuese la lista más votada, o bien para que el PP habilitase un gobierno del PSOE sin la mano de la izquierda radical ni del separatismo. Sánchez debería mostrar altura de miras y que, a pesar de no haberlo demostrado en los últimos cinco años, saber hacer política de Estado y poner sus intereses personales por detrás de los de la Nación. Pero no soy tan ingenuo, pues yo creo que eso no va a ocurrir.

Es verdad que la dispersión del voto, en este caso, ha perjudicado sobremanera al centro derecha y el panorama político nos encamina ahora a un ejercicio de responsabilidad nunca antes visto en los grandes partidos, como sería una abstención para gobernar sin una mayoría parlamentaria o la repetición electoral, cuyos efectos podrían ser incluso más regresivos.

En cualquier caso, la celebración que se preparó en Ferraz la noche del domingo no debe hacernos olvidar que para seguir en el poder Sánchez necesitará, no ya la abstención, sino el voto afirmativo de Bildu –perdonados ya sus viejos pecados de complicidad con el terrorismo-, de ERC -a quien ya hemos indultado de su no tan viejo intento de subvertir el orden constitucional-, por supuesto, de Sumar, con su latente corazón comunista, y del PNV. Pero, además, en esta ocasión, también del propio Puigdemont en persona. No sé si Sánchez y la izquierda que ha votado por él tragarán con todo lo que esa variada cuadrilla sea capaz de exigir.

De Sánchez puede esperarse casi todo y de Sánchez avalado por un Tribunal Constitucional en manos de Conde-Pumpido y sus mariachis más todavía. En caso de que las tragaderas no sean tan grandes, puede vislumbrarse la repetición de las elecciones, pues quizá ni siquiera Sánchez pueda satisfacer las demandas que sus eventuales socios pueden presentarle, todas ellas, por lo que hemos escuchado en la campaña electoral, relacionadas con la posible división del territorio nacional, pero el regreso a las urnas no es un escenario deseado.

WhatsAppFacebookTwitterLinkedinBeloudBluesky