Opinión

Gana nadie, pierde España

Foto: EP

Resultaba cuando menos sorprendente ver las manifestaciones de euforia y entusiasmo la noche del domingo en la sede de todos los partidos cuando, a pesar de los escaños y los votos obtenidos, no ha ganado nadie y hay un incuestionable perdedor, España. Porque lo que en realidad abre los resultados de las urnas es un período de inestabilidad e incertidumbre en el que se normaliza que el gobierno de España está en manos de quienes quieren destruir España y cuando lo que más necesita este país es estabilidad y un gobierno sólido y sin fisuras para restablecer la convivencia social ante el frentismo, regenerar las instituciones democráticas y enderezar una economía que amenaza caída libre y cuando Bruselas ya ha avisado de que se acabó la fiesta de déficit y deuda y exige cumplir los compromisos para seguir recibiendo los fondos que nos faltan.

Y es en este punto de volver al cumplimiento de las reglas fiscales de la UE donde surge la pregunta del millón: ¿van a apuntarse al cobro de los peajes y a los ajustes que vienen los socios populistas e independentistas de Sánchez en una posible reedición del gobierno Frankestein? Los mismos socios que ya le han dicho que van a endurecer sus exigencias para darle el apoyo necesario, siendo la primera de ellas la celebración de sendos referéndum de autodeterminación en Cataluña y el País Vasco. ¿Está dispuesto Sánchez a pagar ese precio y a mantener una política económica suicida para mantenerse en La Moncloa y seguir viajando en Falcon?

Y cuando hablamos de Sánchez es porque, si hay que dar un ganador moral tras los comicios del domingo ese es indiscutiblemente Pedro Sánchez. Porque Sánchez planteó estas elecciones como un plebiscito sobre su persona y en función de este planteamiento ha desarrollado una campaña personalista y sin partido, sin apoyo de los barones ni de la vieja guardia felipista. Hasta un tercio de los 71 ministros socialistas en los gobiernos de Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero renunciaron a pedir el voto para Sánchez durante la campaña. Y aún así no sólo ha conseguido aumentar en dos escaños los diputados que tenía, sino que ha frenado la mayoría de la derecha que aventuraban las encuestas y, sobre todo, se ha consolidado como el líder indiscutible de un partido socialista en el que muchos estaban esperando su derrota para defenestrarle. El Manual de Resistencia ha funcionado una vez más y Pedro Sánchez es, ahora y salvo sorpresas, el candidato que tiene las mayores posibilidades para repetir al frente del Gobierno.

Y esto sin desmerecer los resultados de Feijóo y el Partido Popular, que en votos y escaños ha sido quien ganó las elecciones. Una victoria que podría calificarse de histórica teniendo en cuenta de donde venía, con un partido que hace un año estaba en proceso de descomposición y que aumentado en 47 sus escaños del Congreso, ha sacado 14 diputados más que su inmediato seguidor, y ha vuelto a situar al centroderecha como el partido mayoritario en el país. Victoria grande, sí; pero insuficiente.

A pesar de ser el único partido que presentó un proyecto y un programa de gobierno realista y moderado, el Partido Popular se ha visto seriamente perjudicado por los efectos de la Ley D'Hont. Una ley electoral que castiga la división como demuestra el que, con más de un millón de votos, por encima de los que dieron 186 escaños y la mayoría absoluta a Rajoy en 2012, la suma de los sufragios obtenidos por PP y Vox, por separado sólo les han deparado 169 diputados y la imposibilidad de gobernar. Vox ha hecho su trabajo en favor de Sánchez y el PSOE.

Pero aún siendo esto cierto, mal haría el Partido Popular en no hacer examen de conciencia y reconocer errores propios y la necesidad de un cambio, no de líder, sino de equipos, de estrategias de campaña y, sobre todo de comunicación. La última semana de campaña ha sido decisiva. Sánchez cambió de táctica, se volcó y trabajó con valentía y con acierto, mientras los populares se dormían en los laureles del cara a cara en Atresmedia. Como comentaba en la noche de ayer un destacado ex dirigente popular "la pereza del ganador es un caldo mortal".

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