El enfriamiento del mercado laboral deja a España con una tasa de paro estructural que los analistas cifran entre el 12% y el 13%, muy lejos del 7,9% registrado en 2007, justo antes del estallido de la crisis financiera.
La clave de esta merma de capacidad de la economía española de crear puestos de trabajo está en el mayor peso del desempleo de larga duración, que se ha multiplicado respecto a hace quince años y se ceba especialmente en los mayores de 45 años.
Una evolución que pone en evidencia el fracaso de las políticas de empleo. Si el nuevo Gobierno aspira a no enquistarse en el nivel de casi tres millones de personas sin trabajo, deberá enmendar los errores del pasado con reformas de verdad ambiciosas a la hora de luchar contra el paro.
