Opinión

El entorno económico postelectoral

  • Las microempresas y los autónomos son los más golpeados por la crisis
  • Estamos a la cabeza del paro dentro de Europa
  • Nadie conoce el verdadero numero de desempleados en España
Foto: EP

La economía española, cuarta en la Unión Europea, está asentada en pies de barro desde hace tiempo. En esta legislatura, es cierto y así hay que reconocerlo, en parte por culpa de la pandemia y la situación en Ucrania, pero, también, agravada por unas medidas inapropiadas de nuestro Gobierno, en muchos casos diametralmente en contra de las tomadas por otros países europeos.

Fruto de todo ello, así como de anteriores graves errores en la gestión pública, es que nuestro panorama económico reclama, urgentemente, unas medidas con las que abordar y corregir nuestras flaquezas y debilidades.

Uno de los mayores problemas es el de nuestra productividad, desde hace lustros no solo no aumenta, decrece. Para nuestro país, como para todos, es básico aumentar la misma, en nuestro caso, es especialmente aumentar la misma en la mano de obra. 

Es necesario emprender un plan para aumentar el peso del sector industrial, especialmente en tecnología, y extender la digitalización a todas las unidades productivas; especialmente en pymes, microempresas y autónomos. Especialmente importante en los dos últimos el caso, microempresas y autónomos, al ser los sectores más golpeados por la crisis; hay muchos negocios que están al borde de la quiebra o al cierre de su actividad.

El aumento de la productividad puede ser un aliado para la llegada de capital extranjero y el establecimiento en nuestro país de nuevos negocios. Sin una mayor productividad se gripa el crecimiento económico real de nuestra economía, algo que agravará el resto de las flaquezas, incluido como no nuestro problema endémico del mercado laboral.

Ya que ha salido el tema de la inversión extranjera, España no puede ser considerado un país no fiable por su inseguridad jurídica. La inseguridad jurídica aleja el capital inversor, tanto el doméstico como el foráneo. Precisamente, la vuelta a la seguridad jurídica podría convertirse en un punto fuerte para que España ocupe un papel importante en las instituciones europeas e internacionales, algo fuertemente deteriorado en el periodo del Sr. Sánchez.

En este momento nuestro país no representa en Europa, Iberoamérica, ni en el mundo el peso y la importancia que debe tener, gracias a personajes tan patéticos (ahora metido a filósofo), como el expresidente Rodríguez Zapatero o la efusividad del presidente Sánchez con la vicepresidenta venezolana, Delcy Rodríguez.

Pero volviendo nuevamente a la productividad, la misma está conectada con el mercado laboral. Nuestro mercado laboral es totalmente atrófico e ineficiente, las estadísticas confirman esta afirmación, estamos a la cabeza del paro en cifras, sectores de población, horas trabajadas de toda Europa. Este gobierno en funciones ha maquillado la debacle de la situación, sí me refiero a la reforma realizada con el famoso contrato indefinido temporal.

Ahora mismo no sabemos, nadie lo conoce, realmente el número de desempleados, hasta Eurostat y la Comisión están incómodos con el invento de la vicepresidenta Yolanda Díaz. Los datos del desempleo es otra de las trampas y los embustes de este gobierno, solo hay que ver el número de afiliados a la Seguridad Social y los datos de desempleo.

Solo es posible cuadrar estos datos teniendo presente la precariedad del empleo en España: menos horas trabajadas (dato del PIB), salarios menores, temporalidad absoluta maquillada por el contrato inventado por la Sra. Díaz, número de contratos nuevos y cese de los anteriores. La situación del empleo en España, insisto, es patética.

Evidentemente la denominada ley de la Sra. Isabel Celaá, ex ministra de Educación y Formación Profesional, ha deteriorado la educación al máximo nivel. Parece ser que nuestros jóvenes no solo deben ser borregos, así no piensan, sino que también no deben estar cualificados para el empleo. En este país hay sectores que son incapaces de cubrir los puestos de trabajo vacantes o que necesitan.

Para terminar, aún cuando me podría extender en otros problemas, está el déficit público y el peso de la deuda pública sobre el PIB. El actual gobierno, en funciones, ha disparado nuestro endeudamiento hasta niveles nunca alcanzados anteriormente, véanse los últimos datos publicados por el Banco de España.

Las paguitas concedidas buscan comprar votos para las urnas; la subida de las pensiones compromete, totalmente y preocupantemente, uno de los pilares básicos de nuestro sistema del bienestar; las regalías a partidos regionalistas, autonómicos o independentistas buscan el apoyo de sus votos a costa de comprometer la unidad de nuestro Estado.

Este déficit además se produce en un contexto asfixiante de nuestra carga tributaria. Ahora mismo los ciudadanos y empresas españolas estamos sometidos a una marabunta de impuestos, a un IRPF sin deflactar, sectores económicos (eléctricas y bancos) tienen una carga adicional con estrambóticos impuestos.

¿De dónde va a sacar la Sra. Yolanda Díaz los 20.000 euros para los jóvenes de 18 años?, imposible salvo que nos aboque a un infierno fiscal bolivariano. Claro que ya nos ha quedado claro que a partir de ahora es muy posible un nuevo impuesto sobre autovías.

Preocupante es el sistema de pensiones, por no decir suicida. Parece ser que nadie quiere ponerle el cascabel al gato, las pensiones futuras y especialmente la de las nuevas generaciones están seriamente comprometidas.

El problema para no tratarlo es que el caladero de votos de nuestros pensionistas es enorme, en nuestro país se piensa en urnas y no en llevar el rumbo futuro y adecuado del Estado.

Desde luego bien haría, en caso de un cambio de gobierno, hacer una atenta auditoria o si prefieren "levantar las alfombras".

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