Opinión

Un segundo semestre incierto

El presidente del Gobierno, Pedro S?nchez. Foto: EP

La primera mitad de 2023 termina tras echar por tierra todos los temores de un invierno y un principio de primavera de pesadilla para Europa, derivados de los recortes de suministro energético impuestos por Rusia. La UE supo estar a la altura de ese desafío, lo que no quiere decir que la Unión haya salido completamente indemne de los retos económicos aún vigentes desde 2022. El motor europeo, Alemania, entró técnicamente en recesión en el primer trimestre de 2023 y arrastró al conjunto de la eurozona. Con frecuencia, se ha calificado a esta contracción de la Unión Monetaria como un traspié pasajero; sin embargo, los expertos consultados por elEconomista llaman a la cautela y avisan de la posibilidad de que la contracción llegue a 2024. Su inquietud se cimenta en el hecho de que los efectos de factores como las alzas de tipos tardan meses en manifestarse en la economía real. Con ese telón de fondo, es imposible que el PIB español salga indemne. Al hecho de que también le golpean los tipos más altos del BCE, se une la circunstancia de que la economía española crece sostenida casi en exclusiva por fuerzas procedentes del exterior, entre las cuales Alemania desempeña un rol crucial. Ahora bien, los problemas del país centroeuropeo reducirán su demanda de exportaciones españolas, al tiempo que golpeará al sector turístico debido a la menor llegada ya prevista de turistas teutones. Si a ello se unen la debilidad del consumo interno de nuestro país y la persistente inflación en el Viejo Continente (el IPC subyacente europeo volvió a subir en junio), se multiplican las posibilidades de que el PIB español se frene en el cierre de un semestre que será aún más incierto que el primero.

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