Opinión

La transparencia y la integridad en las empresas, cada vez más cerca con la nueva Ley de Protección de Informante

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La nueva Ley de Protección de Informantes, que ha entrado en vigor durante la primera quincena de marzo, supone un importante avance hacia la integridad y transparencia en el ámbito empresarial. Esta ley permite, entre otras cosas, a los trabajadores informar de irregularidades en el contexto de su relación laboral sin temor a represalias. Como resultado, se espera que esta medida contribuya a prevenir prácticas fraudulentas y a fomentar un clima de confianza entre el informante y la administración, lo que se traducirá en una mayor transparencia y una cultura de integridad en las empresas. 

Del mismo modo, la aplicación de la nueva ley también implica una serie de obligaciones para las empresas afectadas. En concreto, todas las organizaciones de más de 50 empleados, las instituciones públicas y los municipios de más de 10.000 habitantes deberán implementar un canal de denuncias seguro y confidencial antes del 1 de diciembre. Sin embargo, las empresas con más de 250 empleados deberán actuar de manera urgente, ya que deberán implantarlo en un plazo máximo de tres meses, es decir, hasta el 13 de junio. 

En un momento en el que la transparencia y la ética empresarial son más necesarias que nunca, esta ley representa una oportunidad para mejorar la reputación de las empresas y reforzar su compromiso con la sociedad. Además, es un elemento disuasorio para aquellos que se planteen llevar a cabo infracciones, ya que saben que pueden ser denunciados y enfrentarse a sanciones muy severas que pueden llegar hasta el millón de euros, además de tener consecuencias reputacionales negativas. Por este motivo, las empresas deben prepararse. Para ello, designar un responsable, revisar sus prácticas o poseer una comunicación abierta son algunos aspectos de vital importancia para cumplir con la nueva Ley. 

Al mismo tiempo, contar con un canal de denuncias es prioritario y, en un mundo cada vez más digitalizado como en el que vivimos, es importante que las empresas cuenten con canales de denuncia accesibles y seguros, que permitan a los trabajadores informar de cualquier irregularidad de forma confidencial. En este sentido, los canales de denuncia digitales tienen múltiples ventajas frente a los tradicionales, como el buzón físico, el correo electrónico o la línea telefónica. 

En primer lugar, son más accesibles, ya que pueden ser utilizados desde cualquier dispositivo con conexión a internet. Además, permiten a los trabajadores adjuntar documentos y pruebas que respalden su denuncia, lo que facilita la investigación de las irregularidades. Igualmente, los canales de denuncia digitales pueden garantizar un mayor nivel de confidencialidad, ya que los informantes pueden utilizarlos sin tener que revelar su identidad. 

No obstante, para que los canales de denuncia digitales sean efectivos, es fundamental que las empresas tomen medidas para garantizar la seguridad de los informantes. Es necesario que se establezcan protocolos claros para la recepción y gestión de las denuncias, así como medidas de seguridad informática que eviten posibles hackeos o filtraciones de información. Asimismo, es importante que se informe a los trabajadores de la existencia de estos canales de denuncia y se promueva una cultura de transparencia y ética empresarial en la organización. 

De este modo, cada vez más empresas confían en sus propios empleados para detectar conductas inapropiadas que puedan estar ocurriendo dentro de la organización. Esto se debe a que los propios trabajadores tienen mayor facilidad para detectar comportamientos poco éticos o ilegales, ya que están continuamente en contacto con la realidad empresarial. 

En definitiva, la nueva Ley de Protección de Informantes es un importante avance hacia la integridad y la transparencia. La posibilidad de informar de infracciones sin temor a represalias, y la obligatoriedad para las empresas de implementar canales de denuncia seguros y confidenciales, son medidas que contribuirán a prevenir prácticas fraudulentas. No obstante, las empresas no cuentan con todo el tiempo del mundo y el momento para cumplir con la nueva Ley es ahora, antes de junio, o de lo contrario los costes económicos y reputacionales saldrán muy caros a las empresas que no actúen con celeridad y decisión en las próximas semanas.

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