Opinión

Bonos verdes o cómo impulsar la transición climática con rendimiento financiero

Imagen: iStock.

La transición hacia una economía sostenible ya no es un objetivo abstracto, es una realidad. Pero esta transformación requiere de grandes cantidades de capital. Según una estimación reciente, la inversión media anual necesaria para lograr el objetivo de una economía mundial neta cero en 2050 es de 9,4 billones de dólares. En respuesta, el mercado mundial de bonos se presenta como una importante fuente de inversión para impulsar la transición climática, concretamente mediante los bonos verdes. Visite elEconomista Inversión sostenible y ESG.

Considerados antaño como un producto de nicho, estos productos que financian proyectos beneficiosos para el medio ambiente han entrado en la corriente principal de inversión. El mercado está en expansión, con un crecimiento medio de alrededor del 90% anual entre 2016 y 2021. Gracias a este rápido desarrollo y a la creciente gama de fondos de inversión que ofrecen exposición a los bonos verdes, los inversores pueden utilizarlos para sustituir una parte de los convencionales en su asignación de renta fija.    

Pero ¿qué son los bonos verdes?

Son valores de renta fija estándar con un elemento verde. Sus características financieras, como la estructura, el riesgo y la rentabilidad, son similares a las de los tradicionales. La principal diferencia radica en su objetivo: financiar exclusivamente proyectos o actividades con una finalidad medioambiental específica. El estándar de la UE llega en buen momento: los bonos verdes son una oportunidad.

Un mercado dominado en los primeros años por bancos multilaterales de desarrollo, como el Banco Europeo de Inversiones (BEI) y el Banco Mundial, y que en la actualidad maneja aproximadamente 1,5 billones de euros. Desde entonces, se ha ampliado el abanico de emisores con empresas y gobiernos de todo el mundo que buscan inversiones para impulsar sus planes de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y protegerse de los riesgos climáticos físicos. La base de inversores también se ha aumentado para incluir a un número cada vez mayor de los tradicionales de renta fija. Le puede interesar: Andrés S. Balcázar (Pictet): "Si hace 5 años le hubiera pedido a un Gobierno cambios en su política ambiental, se hubiera muerto de risa".

Creemos que el impulso del mercado de bonos verdes refleja un compromiso creciente con la construcción de una economía sostenible, al tiempo que generan rendimientos financieros. El primer bono verde de la UE, emitido en 2021, es un buen ejemplo de la conjunción de la ambición de los emisores y el apetito de los inversores: no solo recaudó la cifra récord de 12.000 millones de euros, sino que también fue suscrito 11 veces más de lo previsto, con pedidos de una amplia gama de inversores que superaron los 135.000 millones de euros.   

Otro factor clave para la expansión del mercado de bonos verdes ha sido el desarrollo de directrices como los Principios de los Bonos Verdes y el Estándar de Bonos Climáticos. Éstas han promovido la transparencia y la credibilidad, animando a los emisores a proporcionar la información que los inversores necesitan para tomar decisiones sobre las credenciales medioambientales de un bono. Además de los esfuerzos mundiales, también se han desarrollado directrices regionales y nacionales. Entre ellas destaca la influyente taxonomía de la UE, que estableció una lista de actividades económicas sostenibles desde el punto de vista medioambiental. Lea también: Guillaume Abel (Mirova): "Si la UE sigue siendo tan estricta, los fondos más sostenibles acabarán desapareciendo". 

Expectativas de futuro

La extraordinaria volatilidad del mercado y la subida de los tipos de interés ralentizaron la oferta de nuevos bonos verdes en 2022, al impedir que algunos emisores accedieran a los mercados de capitales, al igual que ocurrió en el mercado de bonos en general. De cara al futuro, estimamos que se emitirán unos 600.000 millones de euros en bonos verdes en 2023, lo que podría elevar el mercado a más de 2 billones de euros, a medida que los Estados y las empresas sigan aumentando sus ambiciones medioambientales.

Según Climate Action Tracker, unos 140 países han anunciado o están considerando objetivos de cero emisiones netas que cubren casi el 90% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero. Este aumento de los compromisos probablemente seguirá impulsando a más países y entidades supranacionales a emitir bonos verdes como una forma eficaz de canalizar capital hacia proyectos relacionados con el clima. India, por ejemplo, tiene previsto emitir 160.000 millones de rupias en bonos verdes soberanos en el ejercicio fiscal que finaliza en marzo de 2023.

Las empresas también se comprometen cada vez más con el programa de emisiones netas cero. A finales de 2021, más de 2.200 empresas que representaban 38 billones de dólares de capitalización bursátil perseguían objetivos de reducción de emisiones creíbles y basados en la ciencia para alinearse con el Acuerdo de París. 

La demanda de los inversores también seguirá estimulando la emisión de bonos verdes. Aunque la agresiva restricción monetaria ha puesto a prueba la demanda de bonos en 2022, un segmento del mercado de renta fija -los fondos ESG- ha demostrado ser relativamente resistente. Este grupo, que incluye fondos dedicados a bonos verdes, ha visto aumentar los activos gestionados en un 3% desde finales de 2021, mientras que los fondos no ESG registraron un descenso del 3%. 

Por último, esperamos que el entorno político, incluidas las mejoras en las directrices y normas, siga estimulando la emisión de bonos verdes y la inversión. Además de endurecer sus normas sobre bonos verdes en 2022, China se comprometió a desarrollar más las energías renovables como parte de su XIV Plan Quinquenal. En EE.UU., el presidente Joe Biden firmó en agosto la Ley de Reducción de la Inflación, que prevé unos 386.000 millones de dólares de gasto en energía y clima a lo largo de 10 años, con incentivos fiscales relacionados por valor de unos 265.000 millones de dólares más que la tendencia anterior.   

La transición hacia una economía mundial con bajas emisiones de carbono es un reto complejo que exigirá la acción concertada de gobiernos, empresas, inversores, responsables políticos y particulares. Uno de nuestros retos fundamentales en los próximos años será movilizar las sumas sustanciales necesarias para invertir en todo, desde infraestructuras ecológicas hasta las tecnologías de vanguardia que necesitaremos para lograr emisiones netas cero en 2050 y frenar el curso del cambio climático.

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