Opinión

No hay atajos para las finanzas

Foto: Dreamstime

Las tres "R" de regulación, reservas y recurso (legal) son cruciales para el buen funcionamiento de los mercados financieros. Estos pilares básicos faltan en las finanzas descentralizadas, o DeFi, el segmento de servicios financieros que incluye las criptomonedas, principalmente las stablecoins.

A diferencia del sistema financiero tradicional, el único criterio para poder participar en DeFi es la propiedad de criptoactivos. Los partidarios de DeFi sostienen que ha "democratizado" los servicios financieros al ofrecer igualdad de derechos de acceso a todos. En cambio, la regulación financiera tradicional exige evaluar la solvencia de los prestamistas y puede excluir la participación de algunos. Al mismo tiempo, se requieren reservas adecuadas de la calidad correcta para respaldar la asunción de riesgos.

A pesar de representar sólo alrededor del 1% del sistema financiero mundial, el ecosistema de las criptomonedas aún puede plantear riesgos para la estabilidad financiera. En un discurso reciente, Fabio Panetta, miembro del Comité Ejecutivo del Banco Central Europeo, argumentó que los criptoactivos siguen siendo mayores que el mercado de hipotecas de alto riesgo antes de 2008, cuyo colapso inició la crisis financiera mundial.

Pero la igualdad de acceso ha venido acompañada de grandes turbulencias, especialmente en 2022. La oleada de regulación que la UE y EEUU están aplicando ahora, por muy bienvenida que sea, no aborda la cuestión de que DeFi opera en su mayor parte con reservas inadecuadas. Esto hace que el sistema sea inestable y esté sujeto al fraude.

El ejemplo del colapso de FTX es muy indicativo en este sentido. FTX era una plataforma de criptointercambio descentralizada, equivalente a una bolsa de valores tradicional. Mantenía los activos de los clientes durante largos periodos de tiempo y facilitaba su negociación. En noviembre de 2022, un informe redactado por CoinDesk reveló que la mayor parte de las posiciones y activos de la empresa no se mantenían en moneda fiduciaria ni en otras criptomonedas, sino en su propia criptomoneda nativa, llamada FTT. No había suficiente diversificación en los activos subyacentes, algo que suscitó dudas sobre la viabilidad de la empresa.

Esto empujó a los inversores a exigir la devolución de sus depósitos, por un importe de 5.000 millones de dólares, que FTX no pudo cubrir. Con sólo 900 millones de dólares en activos vendibles frente a 9.000 millones en pasivos, FTX se declaró en quiebra el 11 de noviembre de 2022. Su colapso expuso a muchas instituciones financieras a pérdidas, sacando a la luz los vínculos entre DeFi y las finanzas tradicionales. La falta de diligencia debida en forma de ausencia de controles corporativos y un análisis de riesgos deficiente se señalaron como causas de esta quiebra y pusieron de relieve la necesidad de regulación.

La disminución de la demanda y de la participación en el mercado es cada vez más evidente

TerraUSD, la tercera mayor stablecoin respaldada algorítmicamente, fue la primera en colapsar en mayo de 2022. Esto suscitó dudas sobre lo estables que pueden ser estos criptoactivos, pero esta vez no fue la calidad de las reservas lo que generó angustia. La stablecoin TerraUSD no proclamó ser estable porque tuviera el respaldo de activos de garantía creíbles. En su lugar, se trataba de un algoritmo que ajustaba la oferta de la moneda en una estrategia comercial de arbitraje con una criptomoneda hermana (Luna). Esto se hacía automáticamente manteniendo una paridad nominal con el dólar.

Lo que TerraUSD prometía hacer era proporcionar estabilidad simplemente gestionando la vinculación de la moneda al dólar, pero sin ningún dólar (u otros activos del mundo real). Sin reservas para anclar el valor de TerraUSD, ofrecía una tasa de depósito del 20% para atraer a nuevos usuarios e inversores. Mientras se mantuviera la paridad y la criptomoneda hermana generara suficientes beneficios, el sistema era viable. Pero en cuanto la confianza en la sostenibilidad de la paridad empezó a resquebrajarse, como ocurrió en mayo de 2022, la paridad se rompió y el sistema se vino abajo.

Siguieron otros acontecimientos. El colapso de TerraUSD se extendió a Tether, la mayor stablecoin vinculada al dólar, que inicialmente vio un colapso en su precio y una gran salida de fondos. La reticencia de Tether a revelar la calidad de sus reservas hizo que los inversores perdieran la confianza en su capacidad para sostener la vinculación al dólar, lo que la obligó a romper finalmente. Estos ejemplos demuestran que la preocupación por la actividad de las criptomonedas no es exagerada. La disminución de la demanda y de la participación en el mercado es cada vez más evidente, lo que se traduce en el cierre de más plataformas de criptomonedas.

En los últimos 15 años, desde que surgieron las criptodivisas, el entorno macroeconómico en el que se crearon era propicio para la asunción de riesgos. Los tipos de interés fueron muy bajos durante periodos prolongados y los interesados estaban dispuestos a asumir riesgos y a explorar nuevas ideas, sobre todo ideas que presentaban innovaciones importantes.

Ahora que los tipos de interés están subiendo y se espera que se mantengan altos, el apetito por la "búsqueda de rendimiento", el motivo para buscar riesgo, también ha disminuido. Pero lo más importante es que los ejemplos expuestos demuestran que los servicios financieros que operan en un "salvaje oeste" son vulnerables al fraude y están abocados a provocar pérdidas abruptas. Se trata de un recordatorio útil de que las normas y reglamentos que rigen el sistema financiero tradicional se han adoptado por buenas razones.

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