
Hay muchos indicadores que muestran señales optimistas sobre la situación sólida y resiliente de nuestra economía en esta etapa de recuperación tras el colapso que supuso la pandemia en todos los países del mundo. El avanzado quincenal de la afiliación a la Seguridad Social indica que febrero va a ser un mes de creación de empleo, con más de 67.000 afiliados nuevos. También las previsiones de la Comisión Europea, tras el crecimiento dos años consecutivos al 5,5%, se han elevado cuatro décimas para 2023 y sitúan a España en el liderazgo del crecimiento económico en la eurozona por delante de Alemania, Francia e Italia. Al igual que el Banco de España, que también ha mejorado sus previsiones tres décimas hasta situar el crecimiento económico en 1,6%. Crecimiento económico que se sostiene no solo en la recuperación de sectores clave de nuestra economía como el turismo sino también del consumo y, sobre todo, la demanda externa que permite al tejido productivo tener capacidad de exportación.
La perspectiva del Gobierno y, también, de organismos como el Instituto Nacional de Estadística sitúa la recuperación del nivel de Producto Interior Bruto (PIB) anterior a la pandemia en el segundo trimestre del año, otro buen indicador de la salud de nuestra economía. Así como la reducción del déficit y la senda de responsabilidad fiscal que ha mantenido el Gobierno desde 2020. Como dato, el déficit del conjunto del Estado, es decir, de la Administración Central, la Seguridad Social y las Comunidades Autónomas se redujo entre enero y noviembre de 2022 un 58,8%, hasta los 25.151 millones, lo que equivale al 1,89% del PIB.
De la misma forma, en solo un año la deuda pública sobre PIB de España ha caído en más de siete puntos porcentuales, desde los 120,4%, el nivel máximo alcanzado durante la pandemia, hasta los 113,1% actuales. De hecho, esta reducción de 5,2 puntos sobre el cierre de diciembre de 2021 es la mayor caída de la ratio en la historia reciente de España y cerca del objetivo para el cierre de 2023.
Unas señales que también emiten las previsiones del Fondo Monetario Internacional (FMI) sobre la reducción de deuda pública de nuestro país que contrastan con las de países de nuestro entorno y que demuestran también ese buen clima económico español en el conjunto de la Unión Europea, reforzadas por el crecimiento económico de nuestro país, que servirá de motor para reducir el endeudamiento.
Si atendemos a esas previsiones del FMI, la deuda pública de nuestro país se irá reduciendo hasta quedarse por debajo del 110% en 2025, mientras que la del Francia rozará el 115% y la de Italia estará en el entorno del 145%. Eso tendrá como consecuencia que el endeudamiento de nuestro país caerá por debajo del de Francia en 2024 por primera vez desde 2012. Todo ello emite señales de fortaleza de nuestra economía frente a las economías de nuestro entorno, nos sitúan alejados de la recesión y muestran que el compromiso del Gobierno, desde el primer momento, de guiar la política económica bajo los principios de justicia y responsabilidad fiscal, para avanzar en la reducción progresiva del coste fiscal que ha supuesto el escudo de protección social de la pandemia está dando resultado, logrando reducir la deuda pública y el déficit siendo compatible, a la vez, con el crecimiento económico y con la creación de empleo.
Indicadores que reflejan la fotografía fija de un buen contexto para el desarrollo de nuestro país, que se refuerza si atendemos a otros indicadores que muestran estabilidad y confianza como la emisión de deuda pública. Este 14 de febrero nuestro país el Tesoro Público ha adjudicado 1.959,17 millones de euros en una subasta de letras a tres y nueve meses, pero lo más llamativo es la cantidad solicitada por los inversores, más del triple de lo adjudicado, y también el interés que ha despertado entre pequeños inversores a medida que el alza de tipos por parte del Banco Central Europeo (BCE) está impulsando su rentabilidad. Evidencias que, frente a otros tiempos, en este momento actual y pese a un contexto de cambio, inestabilidad e incertidumbre económica provocadas por el prolongamiento de una guerra en Ucrania tras la invasión rusa, España es, para los inversores nacionales pero también para los mercados internacionales, una garantía de seguridad y de solvencia. Nuestra deuda pública es hoy un valor refugio para los inversores y eso es un síntoma evidente de confianza en nuestra economía como lo son también las apuestas de grandes empresas como Google, Maersk, Cisco o Volkswagen por desarrollar en nuestro país proyectos ambiciosos que van a actuar también una palanca de transformación de nuestro tejido productivo. Nos distanciamos de escenarios de recesión y de crisis financiera, pero sobre todo, una política responsable, eficiente y ambiciosa permite hoy que nuestra economía sea más robusta, sostenible y resiliente que hace una década para enfrentar desafíos de futuro.