Jesús Reglero. Director del Máster en Dirección Financiera de OBS Business School y socio de RS Corporate Finance
El 21 de julio de 2020, y en medio del estallido de la pandemia del Covid-19, el Consejo de Europa acordó crear un instrumento excepcional de recuperación temporal de 750.000 millones de euros que serían aportados por la Unión Europea. El mecanismo acordado fue que la Unión Europea captase deuda a nombre de la Unión y estos fondos serían repartidos a todos los países en función de un acuerdo que se realizó. En otras palabras, los 27 estados miembros se pusieron de acuerdo para endeudarse juntos con la vista puesta en invertir en un futuro común. Esto es lo que se llama el Fondo de Recuperación Next Generation. En el desglose de estos 750 bn de euros, 390 bn se destinarían a préstamos de la Unión Europea a cada uno de los estados miembros, y 360 bn serían transferencias no reembolsables de la Unión Europea a los países miembros. La finalidad era apoyar la inversión y las reformas necesarias en los distintos Estados para lograr una recuperación sostenible y resiliente, incluyendo las prioridades climáticas y digitales.
Este fondo de recuperación tiene una duración limitada y está incluido en el marco plurianual 2021-2027. El principal país en recibir fondos es Italia con 170 bn de euros. España es el segundo y recibirá 140 bn de euros. De estos fondos, y para resumir, la mitad serán a fondo perdido, es decir, serán subvenciones y la otra mitad serán prestamos que se tendrán que reembolsar.
¿Como podemos saber si esta cantidad es mucho o poco? Recordemos por ejemplo dos magnitudes macroeconómicas muy utilizadas y que los lectores conocerán: el producto interior bruto es el valor monetario de la producción de bienes y servicios de demanda final en un país durante un tiempo determinado. En España el PIB a finales de 2022 ascendió a 1.328 bn de euros y es la suma de consumo, inversión, gasto público y el saldo exterior (exportaciones menos importaciones). Por otro lado, tenemos los ingresos del estado que ascienden a 376 bn de euros por año aproximadamente. Los fondos Next Generation para España representan un 10,5% sobre el PIB y un 37% sobre el presupuesto anual, magnitudes muy considerables. Si asumimos que el periodo de uso de estos fondos son cuatro años, esto implica un 2,6% del PIB y un 9,3% del presupuesto.
Suelo decir mucho en mi entorno que con el simple hecho de usar estos fondos es prácticamente imposible que España entre en recesión aun con todas las turbulencias que estamos teniendo. Para que exista recesión, si anualmente los fondos implican una subida del 2,6% en el PIB, entonces la economía tendría que bajar más de esa cantidad, lo cual es una magnitud muy elevada que solamente ha ocurrido a lo largo de los últimos cuarenta años con la pandemia, en 2020 (-11.3%), y en 2012 con la crisis de los mercados de deuda (-3%).
Existe asimismo una frase que se repite con gran contundencia desde que se aprobaron los fondos: que se tratan de deuda de la Unión Europea y las ayudas son a fondo perdido y, por tanto, para nosotros son casi como un "regalo". Esto es absolutamente falso no ya por los compromisos que tiene España con la Unión Europea para poder recibirlos, sino porque esta está compuesta por 27 países y España es el cuarto por tamaño, habitantes y aportaciones. Es decir, que todos los fondos captados por la UE directa o indirectamente tienen que ser devueltos por sus estados miembros, como no podía ser de otra forma. Lo que sí es cierto es que esos fondos pueden tener ventajas de coste financiero porque el garante de que se devuelvan es la Unión Europea en su conjunto y no cada uno de los países miembros.
En este contexto, según el informe de Ejecución del Plan de Recuperación de 22 de diciembre de 2022 del Gobierno de España, la ejecución presupuestaria asciende a 22.475 millones de euros y se han beneficiado 136.000 proyectos, entre los que están más de 100.000 empresas, 16.000 personas físicas y casi 6.000 municipios. Cada país tiene que ir solicitando los fondos y el uso que quiere dar de estos a la UE, así como todas las reformas que va solicitando.
Desde mi punto de vista, a ningún país se le va a denegar ningún fondo por mucho que leamos noticias sobre si se cumplen o no los requisitos. Después de la salida de Reino Unido y de los muchos movimientos y partidos políticos que han puesto en duda la utilidad de ser miembros de este club, la Unión Europea no puede permitirse no apoyar a los países después de la pandemia: "Si no es ahora, cuando peor lo hemos pasado, cuando va a apoyarnos", opinan. España está realizando una serie de reformas internas como la reforma de las pensiones, la ley concursal y otras muchas iniciativas legislativas que facilitarán la percepción para que estos fondos sigan fluyendo, sin embargo, una parte muy importante está llegando en forma de cantidades pequeñas a muchas pymes y ahorradores, con lo que es probable que el impacto transformador sea mínimo.
El pasado 22 de julio de 2022 escribí una tribuna titulada "Los fondos europeos para crear empresas españolas más grandes". En él informé que existen proyectos como los PERTE (Proyectos Estratégicos para la Recuperación y Transformación Económica) para el desarrollo del vehículo eléctrico, las energías renovables, la salud, la cadena agroalimentaria, aeroespacial o el sector naval. Puedo estar de acuerdo con ello, pero no se ven por ejemplo nuevas empresas que quieran salir a cotizar en bolsa para captar más financiación, porque gracias a estos fondos ya tuvieron el impulso necesario para hacerse viables; o fusiones entre empresas agrícolas que ahora, con el apoyo de fondos, puedan mejorar sus procesos y hacerse más productivas.
Aunque parezca que estos fondos que son muchísimo dinero, que lo son, tienen que actuar como impulso para que luego toda la iniciativa privada continúe su actividad e impulse la economía. Los países grandes y avanzados tienen empresas grandes y tractoras con un efecto directo en la renta per cápita del país. A mayor porcentaje de empresas cotizadas sobre el tamaño del país, mayor es la renta per cápita con una correlación exponencial de hasta un 78%.