
El debate está en todas las tertulias económicas y no económicas, ¿es bueno o es malo que se esté subiendo el SMI? Desde 2018 el crecimiento ha sido constante pasando de los 735,9 € de ese año a los 1.080€ recientemente aprobados. Estamos hablando de un incremento de casi el 50%. Y si lo evaluamos en términos reales, es decir, descontando la inflación acumulada, su crecimiento ha sido de más del 25%.
El mercado laboral en España es eminentemente rígido. Si uno analiza los condicionantes que explican esta rigidez, el mercado español posee la lista completa de esos posibles problemas: ajustes salariales lentos, salarios de eficiencia, convenios colectivos (aún recuerdo el famoso artículo del Prof. Fuentes-Quintana, titulado "La ciudadela del empleo"…), falta de movilidad geográfica, no adecuación de la formación al mercado,… y existencia del salario mínimo.
Y es que nadie duda que dicho salario es un logro social de la economía del bienestar. Nadie puede estar en contra de que un trabajador o trabajadora trabaje ocho horas al día, cuarenta horas a la semana, es decir, a tiempo completo, por un salario digno. Esto no se discute. Pero la pregunta sería, ¿es dicho salario mayor, menor o igual al ingreso del productor marginal de dicho trabajador? Dicho sin tecnicismos, ¿aporta el trabajador al menos lo que la empresa gana con él? Porque aquí está la clave de sus implicaciones.
Costes
La existencia del SMI, ha sido largamente debatida por los economistas y existen posturas enfrentadas sobre sus efectos perniciosos o no sobre el mercado laboral. Incluso ha dado a premios Nobel de economía con opiniones contrarias. Pero lo que es cierto es que, si la subida de salarios se realiza en un contexto inflacionario de costes, como el que se está produciendo en estos momentos, los empresarios se van a quedar sin margen para poder mantenerse por encima del nivel de punto de no cierre. En algunos sectores, como el agrícola, ya son muchas las voces que denuncian que la situación va a ser insostenible.
Porque quien paga el salario no es el gobierno. Es el empresario. Y recordemos que el tejido productivo en España, en un 98%, está formado por PYMEs y MICROPYMEs, con incapacidad para reaccionar ante un incremento de costes laborales unitarios de un 50% en 5 años. Sobre todo, cuando el sector más importante en España es de los servicios donde los costes son fundamentalmente de personal.
Más consecuencias
Pero hay otras consecuencias. La indexación de los salarios en los convenios colectivos se comenzará a realizar desde el último escalón. El SMI. Por lo tanto, reescalará todos los salarios de las diferentes categorías profesionales al alza, haciendo inviable la absorción en el corto plazo por parte de las empresas. Conclusión: incremento del desempleo y efecto expulsión al mercado negro.
Y si esto resultara ya preocupante, no es menos que en el contexto inflacionario en el que nos encontramos, que 2,5 millones de trabajadores se vean beneficiados del incremento del SMI, dará lugar a un aumento de precios al incrementarse el dinero en circulación.
En estas circunstancias tendremos que aceptar que vamos a seguir moviéndonos en España con tasas de paro de dos dígitos por encima del 10%. Si lo aceptamos como mal menor, con un sistema de protección social tan amplio como con el que contamos aquí, no hay problema. Pero el problema es que todo esto hay que pagarlo. Y la deuda pública sigue sin estar controlada superando ya ampliamente el 100% del PIB. Pero como escuchaba manifestar un catedrático de economía en una conferencia el otro día: "...Si al final da igual. Nadie va a pagar esta deuda". Pues eso, sigamos subiendo el SMI. Ya pagará alguien la fiesta.
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