
A veces parece que de mucho repetir un concepto, una idea, o unos datos, se convierten en habituales y, en cierta forma, tienden a pasar desapercibidos. A estas alturas, y en este medio, quizás no sería necesario recordar que la economía juega un papel muy relevante en nuestras vidas. Guste o no, termina condicionando muchas de nuestras actividades actuales y futuras. El acierto a la hora de manejar las cuestiones económicas influirá en que sus efectos sean positivos, o en su caso menos negativos, para la gran mayoría de los ciudadanos.
En esta línea expositiva conviene señalar que existe una máxima entre los economistas ,mediante la cual todo escenario es necesario analizarlo en función de datos, pasados, actuales y aquellos otros que ayuden a anticipar escenarios futuros. El resto de manifestaciones, sin datos contrastados, son eso, opiniones, sin duda respetables pero que tendrán el valor que cada uno de forma individual quiera atribuirles.
Así, cuando se presentó el Observatorio Financiero y Claves Económicas del primer cuatrimestre del año 2022, en el mes de mayo, desde el Servicio de Estudios del Consejo General de Economistas de España, ya se apuntaba que los índices presentes y adelantados de la economía nos indicaban un camino claro hacia su desaceleración. Pasado otro cuatrimestre, de nuevo, los datos recogidos recientemente por el Observatorio y Claves Económicas del 2º cuatrimestre, nos siguen señalando este camino de desaceleración, incluso con mayor intensidad. Concretamente, en este segundo cuatrimestre del año, el PMI ha mostrado un claro debilitamiento mes a mes, a diferencia del primer cuatrimestre, en el que el comportamiento fue bastante estable o incluso al alza, como en el caso del PMI Compuesto. En mayo, el PMI Compuesto se situaba en los 55,7 puntos de partida para empezar a descender hasta los 50,5 puntos de agosto. En el caso del PMI Manufacturero la evolución ha sido muy similar, produciéndose un descenso desde 53,8 puntos hasta 49,9 durante el periodo. Cabe recordar que aquellos resultados de este índice por debajo de 50 serían señales tempranas de contracción económica en el sector privado.
El PMI de la eurozona ha tenido un comportamiento muy similar al español. Tanto el PMI Compuesto como el PMI Manufacturero caen por debajo de los 50 puntos en los meses de julio y agosto. Unido a ello, y quizás con mayor efecto predictivo para las características de nuestra economía, la "confianza de los consumidores" ha disminuido decididamente a lo largo del cuatrimestre. El índice citado decae en 20,5 puntos, pasando de 76 en mayo a 55,5 en julio (último dato disponible). Este índice, que toma valores entre 0 y 200, y que lleva desde 2019 sin alcanzar los 100 (percepción de confianza neutra), consta además del subíndice de expectativas, el cual, pese a puntuar por encima del índice general –lo que podría interpretarse como una señal de cierta esperanza del consumidor por el futuro-, es el que cae con mayor fuerza, desde 85,9 puntos en mayo hasta 57,9 en julio (28 puntos) demostrando por tanto un claro enfriamiento de la confianza del consumidor en el horizonte de doce meses.
El avance de la inflación, junto a un goteo de anuncios de medidas fiscales y de otra índole que los consumidores no terminan de entender ni apreciar en su día a día, parecen estar causando incertidumbre entre los consumidores, que cada vez ven su poder adquisitivo más reducido, lo que se traslada hacia el índice en una lógica percepción negativa. Adicionalmente, si tenemos en cuenta tanto a consumidores como productores de una manera conjunta, Eurostat nos muestra que el Economic Sentiment Index después de recuperar cerca de 4 puntos en mayo respecto a abril, en el segundo cuatrimestre también se ha caracterizado por las bajadas, llegando a situarse en julio y agosto por debajo de los 100 (97,1 y 97,9 respectivamente) e indicando, por tanto, que el sentimiento económico general es también negativo para este conjunto de encuestados.
Junto a estos indicadores, otros como por ejemplo el Dow Jones Commodity Index (DJCI), índice que se formula a partir de los contratos de futuros de 28 materias primas diversas, nos arroja unos datos descendentes que estimamos también se deben a una corrección en las expectativas globales de actividad económica esperada. Igualmente, si nos fijamos en la evolución del Baltic Dry Index (BADI) se aprecia un comportamiento similar. Efectivamente, después de un primer cuatrimestre del 2022 consolidando una fuerte subida, con el primer día de mayo (2.566) comienza una inversión en la tendencia, llevando al índice a sus mínimos anuales al finalizar el mes de agosto (965 puntos).
En definitiva, este es el escenario que puedo trasladarles, los índices adelantados que ya cumplieron su misión predictiva en el período anterior con respecto a la situación real actual, ahora continúan con la misma tendencia. Si a todo ello unimos el análisis de otras claves económicas que realizamos durante el cuatrimestre pasado, como son un déficit y deuda públicos cada vez más preocupantes, pese a la subida de ingresos fiscales -déficit y deuda públicos son uno de los conceptos que por más que se repitan no terminan de "calar", siendo de una importancia vital para la economía futura de nuestro país-. También una paridad dólar-euro que hacía cerca de 20 años atrás que no se veía, junto con la subida de los tipos de interés, o el debate sobre las pensiones o el referenciado a la estanflación, nos sitúan en unas condiciones aún más difíciles que en el período anterior.
No creo que, siendo este el escenario básico, sea demasiado relevante el apuntar si nuestra desaceleración (o recesión) será menor que la de otros países europeos, que probablemente lo será, dado el mayor componente industrial en su modelo económico y con mayores efectos de la situación energética de éstos, y debido también a nuestro claro peso del componente turístico o los tan deseados y esperados, de momento muy tenues, efectos anunciados de la ejecución de los fondos europeos.
Lo realmente relevante en estos momentos para la toma de decisiones que puedan intentar influir en el devenir de nuestra economía, es que todo apunta a que esta desaceleración (o recesión) la tenemos más cerca que el cuatrimestre anterior. Todo ello con independencia de su intensidad comparativa entre países, que por otra parte, salvo que esta desaceleración a nivel nacional finalmente no se produjera, nada solucionaría este ejercicio comparativo al día a día del ciudadano. Pero es que, además, el análisis anterior, de realizarse, se debería en todo caso completar con un debate adicional: verificar si el período de recuperación tendría los mismos plazos y la misma intensidad comparativa o no, para todos los países incluidos en tal ejercicio.