Opinión

El Ibex se apunta al cambio

Cuenta la fábula atribuida a Esopo como el escorpión le pidió a la rana que lo cargara para cruzar el río y la rana le dijo "¿Cómo sé que no me picarás?", a lo que el escorpión respondió: "porque haría que ambos nos ahogáramos". La rana aceptó; pero a la mitad del río el escorpión picó a la rana. Y cuando la rana le preguntó "¿por qué?, si los dos vamos a morir"; el escorpión respondió "es mi naturaleza".

Parábola esta que han experimentado aquí en sus propias carnes las empresas del Ibex que después de haber respaldado, apoyado y acudir sumisas a aplaudir a Pedro Sánchez, unas por el interés nacional y por el propio otras, han recibido ahora la picadura del escorpión que no sólo les amenaza con impuestos populistas e intervencionismo del mercado, sino que intenta hacerles aparecer ante la opinión pública como los directos responsables de todos los males que aquejan a la economía patria.

Y, bien sea que espoleados por el pinchazo y la traición o porque empiezan a prepararse para el cambio de ciclo político, lo cierto es que el mundo empresarial español, especialmente entre las grandes, han comenzado ya de forma ostensible su aproximación hacia Núñez Feijóo y el Partido Popular.

Empezando por la CEOE, donde responsables de la patronal española confirman ya que se ha recuperado la sintonía con los populares que se había perdido por las veleidades y la inconsistencia del tándem Casado-Egea. Y con la CEOE los principales dirigentes de nuestras multinacionales y entidades financieras. Desde el Grupo Parlamentario Popular y afines a la dirección de Génova corroboran las informaciones que hablan de contactos con Iberdrola, Telefónica y Naturgy, además de con los máximos responsables del BBVA y de la Fundación La Caixa, Carlos Torres e Isidro Fainé.

Ahí parece estar el origen de que Sánchez haya descartado comenzar el curso político este año con su habitual encuentro con los empresarios y que, desquiciado por la debacle que la anticipan las encuestas, convirtiera el debate sobre política energética en el Senado en un recital de populismo falsedades, ataques e insultos contra las empresas, las eléctricas, los medios de comunicación y, especialmente, contra Núñez Feijóo al que tachó reiteradamente de insolvencia o mala fe. Como dice acertadamente el refranero, "cree el ladrón que son todos de su misma condición".

Frente a este curso de frentismo a la desesperada, el líder de la oposición a sabiendas de que jugaba en campo contrario y con el árbitro y el reglamento en contra no sólo no perdió la compostura, sino que golpeó mejor políticamente, planteó propuestas y reiteró su oferta de un pacto de Estado para solucionar los graves problemas de precios y suministro de energía, inflación desbocada, un desempleo al alza que duplica la media de la UE, y el empobrecimiento general de los españoles. Algo que no parecía preocupar ni interesar a un Pedro Sánchez que obvió todas esas circunstancias y rechazó el acuerdo, una vez más, para insistir en su acostumbrada exhibición de soberbia, frivolidad e intolerancia.

Instalado en su permanente "no es no" el inquilino de La Moncloa ni siquiera se molestó en atender la batería de medidas energéticas que le ofreció el líder del PP, aunque, eso sí, aprovechó para anunciar que va a aplicar el tope del gas a las plantas de cogeneración de las industrias con gran consumo de gas". Un plagio más a las propuestas de Feijóo, tras la rebaja del IVA del gas del 21% al 5%, de la que se apropió sin sonrojarse después de haberla descalificado y rechazado durante meses, en perjuicio del conjunto de los ciudadanos a los que dice gobernar.

Claro que eso no puede extrañar en alguien que comenzó su andadura política copiando su tesis doctoral y que en la jornada previa al cara a cara había montado una farsa en La Moncloa con 50 ciudadanos entre los que se han descubierto cargos, militantes y simpatizantes del PSOE, y con preguntas dirigidas, al más puro estilo de Nicolás Maduro y los dictadores bananeros de Latinoamérica. Un Pedro Sánchez que, una vez más, evidenció que gobierna sólo en su propio beneficio, sometido a sus socios de la Frankestein y a los intereses bastardos de los enemigos de España y de los españoles.

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