El mercado laboral modera su ritmo de crecimiento. Aunque junio sumó 115.607 afiliados a la Seguridad Social con el tercer mejor dato de la serie en ese mes, y la barrera de los 20 millones queda más que consolidada con 20.348.330 cotizantes, el avance en el número de ocupados se ralentizó al crecer solo un 0,57%, frente al más del 1% que lo hizo en mayo.
El comportamiento es aún más preocupante si se compara con el de hace un año, ya que la afiliación crece un 60% menos. Algo similar ocurre con el paro registrado, que se afianza por debajo de los tres millones, con 2.880.582 de desempleados, tras una caída mensual del algo más de 24.000 personas que también reduce a la mitad la velocidad mostrada en mayo. A pesar del notorio enfriamiento, el Gobierno sigue sacando pecho con los datos, destacando especialmente el incremento de la contratación indefinida en el sexto mes de vigencia de la reforma laboral. Pero el 37% de estos nuevos puestos supuestamente estables resultan ser fijos discontinuos. Y otro 23%, a jornada parcial. De esta forma, más de la mitad de la de contratación no se debe al empleo de calidad, sino que entra en la categoría de precariedad que el Ejecutivo se comprometió a reducir con una reforma laboral que parece tener más efectos estadísticos que en la calidad real del empleo. Con todo, la peor noticia es que la ralentización en la creación de puestos de trabajos sí que refleja el agotamiento de la recuperación del mercado laboral, de la que hasta ahora se había aprovechado la propia reforma de Yolanda Díaz. Y es que el menor vigor que la afiliación muestra en plena campaña de verano evidencia el impacto de la inflación en las empresas y en su capacidad para crear empleo.