Opinión

Plagios, limosnas y parches

El Gobierno vuelve a decepcionar con su nuevo paquete anticrisis

Durante su etapa como jefe de la oposición, Manuel Fraga censuraba a Felipe González en una sesión plenaria del Congreso, afirmando que el gobierno socialista "sólo acierta cuando rectifica". Pero dando por sentado que Felipe González tuvo más aciertos que rectificaciones y siendo conscientes de que equiparar al entonces presidente del Gobierno con Pedro Sánchez es como comparar a Dios con Putin, vistas las medidas aprobadas en el Consejo de Ministros extraordinario del pasado sábado habrá que convenir en que este gobierno del sanchismo no acierta ni cuando rectifica.

Un segundo plan anticrisis que se podría resumir en tres palabras: plagios, limosnas y parches. Plagios, práctica en la que Sánchez es especialista consumado, porque la medida estrella de las anunciadas, la rebaja del IVA de la electricidad al 5% es una de las propuestas que le presentó Alberto Núñez Feijóo hace dos meses. Que si se hubiera aprobado entonces los expertos estiman que habría ahorrado 200 millones de euros a las familias españolas. Y que en ese momento el Presidente y su ministra Ribera descalificaron la medida que tildaron de "cosmética".

No de plagio, pero si como limosna se puede calificar la otra gran medida del proyecto, el cheque de 200 euros para las familias vulnerables. Una decisión que, aparte de que suena demasiado a intento de compra de votos y donativo clientelar, parece destinada a terminar como el Ingreso Mínimo Vital que iba a llegar a 800.000 familias y se ha quedado en la mitad. O como el anunciado cheque cultural para los jóvenes que, de momento, ni está ni se sabe para cuando se le espera. Eso y que los requisitos para obtener la ayuda: no tener ingresos superiores a 14.000 euros ni un patrimonio superior a 43.196,40 euros en el conjunto de todos los miembros de la familia, excluyendo de la prestación a quienes ya reciban el citado ingreso mínimo vital hace que los destinatarios finales sean un colectivo muy inferior a los 2,7 millones que estiman en el Ejecutivo.

Como limosna es también la subvención de 20 céntimos a las gasolinas y el gasóleo que se ha demostrado ineficaz para reducir los precios mientras desde Moncloa se resisten a bajar los impuestos a los carburantes como han hecho otros socios europeos.

Una vez mas Sánchez en vez de afrontar la crisis con ajustes y reformas como le han recomendado el Banco de España y la OCDE, lo hace con parches y sin entender que no se puede luchar contra la inflación aumentando el gasto público. El coste de las medidas anunciadas se eleva a 9.000 millones de euros adicionales, justo cuando desde la Comisión Europea nos exige un recorte de 7.000 millones. Un dispendio que va a agravar aún más el déficit público y la deuda, que son ya los peores de la UE, y unas medidas que responde no al interés nacional sino al interés personal de Pedro Sánchez para intentar coger aire tras el desastre de Andalucía y que siguen empobreciendo a las clases medias mientras ellos, el Gobierno, sigue sin apretarse el cinturón y manteniendo una administración elefantiásica, con ministerios innecesarios y ministros incompetentes y aumentando un 60% el gasto en asesores y amiguetes enchufados a dedo, hasta 61,7 millones de euros, duplicando prácticamente el gasto en esta partida del último gobierno de Rajoy.

Y como colofón a este paquete improvisado de medidas Sánchez anuncia el nuevo impuesto para gravar los beneficios de las eléctricas cuya primera consecuencia será un recorte de las inversiones necesarias en mantenimiento y modernización de las instalaciones y las redes y que, al final, como ocurre siempre en estos casos, las compañías trasladarán a la tarifa y terminaremos pagando los consumidores. Tal cual.

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