
Kylian Mbappé tenía un sueño: ser jugador del Real Madrid. A veces los sueños no se cumplen, y en ocasiones se renuncia a ellos. Como todos ustedes saben, este sábado se juega la final de la Champions League frente al Liverpool. Allí no estará Mbappé, precisamente porque el "club de sus sueños" había eliminado al club con el que el jugador ha renovado hasta 2025, el Paris Sant Germain.
Parece que hay dos razones por las que Mbappé seguirá en París. Por una parte, porque se le garantiza influencia en la dirección deportiva del equipo, y por otra porque parece que cobrará más. La primera razón puede ser un error porque los equipos suelen funcionar bastante mejor si manda el entrenador que si manda un jugador. Pero, por supuesto, eso lo puede ver de forma distinta el crack correspondiente. La segunda razón también es bastante lógica, un profesional va al equipo que más le paga.
Sin embargo, en el fútbol no hay precisamente un campo de juego equilibrado en Europa, y estamos hablando de una actividad económica que mueve miles de millones de euros. Quizás, esta cuestión probablemente no se está enfocando adecuadamente. Hace algunos meses comentaba en El Economista que el Barcelona había perdido una sentencia en el Tribunal de Justicia de la UE, en la que se le condenaba junto al Real Madrid, el Athletic de Bilbao y el Osasuna por ser beneficiarios de ayudas de Estado indebidas, lo que podía alterar la competencia.
Las ayudas de Estado españolas consistían en una menor tributación de los beneficios de los clubes. El tema era poco claro que la cuantificación no se sabe a cuánto ascendía y hay que determinarlo en ejecución de sentencia. Por otra parte, el Tribunal de Justicia enmendó la plana al Tribunal de Primera instancia que no veía ayudas de Estado. Pues bien, es bastante frecuente que los clubes de fútbol no tengan beneficios porque los ingresos se gasten en pagar a la mano de obra mejor pagada del mundo: los futbolistas de élite.
Cuando hablo de la burbuja futbolística, que ahora tenemos ya en toda Europa, en mi libro "¿Hacienda somos todos?" (Debate 2022) sostengo que, en el fútbol, el impuesto que juega en primera división es el IRPF, no el impuesto de sociedades. Los clubes podrán ser más competitivos si fichan a los mejores jugadores. Estos jugadores, como Mbappé, irán, entre otras razones, a los clubes donde más cobren, después de impuestos. En este sentido, hay clubes de fútbol, que participan en las competiciones europeas, que están en "paraísos fiscales", ahora denominados "jurisdicciones no cooperativas". Aquí el problema no es que los clubes paguen menos impuestos como sociedades deportivas por sus beneficios, sino que sus jugadores, al menos algunos, no pagan impuestos por una parte o todas sus ganancias.
No sólo es una cuestión de clubes en paraísos fiscales. Aquí hay también regímenes especiales, como el "Non-dom" (residentes no domiciliados) británico, antecedente de los demás regímenes de impatriados, en el que sólo se tributan por la renta obtenida o que se utilice en el Reino Unido. Esto quiere decir que, si la renta se obtiene fuera, como dividendos o derechos de imagen a menudo tributa no tributa en el Reino Unido sino en el país de nunca jamás. Precisamente, en relación con ese régimen hay un gran escándalo porque una de sus beneficiarias sea la mujer del ministro de Hacienda, Rishi Sunak. Sorprendentemente, o no, en el Reino Unido hay mucha menos crítica cuando los que se acogen al régimen son financieros de la City o cracks futbolísticos.
Pero los problemas de competencia no siempre son cuestión ni de beneficios, ni de impuestos. Por ejemplo, el Paris Sant Germain no sólo ha renovado al futbolista de moda, Mbappé, sino que ha fichado, a golpe de talonario, a Messi, Sergio Ramos o Neymar entre otros. Esto ha coincido con perder 125 millones de euros en 2020, y alcanzar pérdidas récord de 225 millones en 2021. El París Sant Germain es propiedad del emirato de Qatar, que en última instancia soporta las pérdidas. No es el único caso en Europa de equipos propiedad de Estados o de otros propietarios con una elevadísima capacidad para absorber pérdidas, como los oligarcas rusos.
Esto parece cualquier cosa menos un campo de juego "equilibrado", y lleva a una inflación salarial desmesurada. Sobre todo, porque lo habitual es que los otros clubes no se resignen e intenten pagar a los jugadores por encima de sus posibilidades financieras. Como decía Shakespeare "estamos hechos del mismo material del que se tejen nuestros sueños". Pero, no sólo por los sueños de algunos futbolistas y aficionados, sino por mejorar la competición, probablemente habría que replantearse el control de las ayudas de Estado en el fútbol europeo. Y eso, aunque hoy disputen la final de la Champions dos equipos ajenos a todo esto, Liverpool y Real Madrid. Mbappé ha dicho que, en la final, va con el Madrid, yo también.