
Los bancos se muestran ambiciosos en sus ofertas para quienes domicilien sus nóminas, con remuneraciones de hasta el 5 por ciento. Una política tan agresiva puede sorprender en momentos como los actuales, en los que las entidades están inundadas de liquidez por las inyecciones del BCE.
Sin embargo, estos incentivos tienen toda su lógica, considerando la batalla en la que los bancos están inmersos para captar clientes de alta solvencia. Pese a la dificultad de esa tarea, debe valorarse que el sistema financiero evita los excesos. Las ofertas establecen límites claros a tan cuantiosas retribuciones, que no pasan del primer o segundo año. La delicada situación de la banca, desde el punto de vista de su rentabilidad, hace necesarias esas barreras.