Opinión

El daño de disparar el salario mínimo

Pedro Sánchez, presidente del Gobierno. Foto: Archivo

El PSOE baraja situar, entre sus propuestas económicas para las próximas elecciones, otra subida del salario mínimo interprofesional (SMI), que lo llevaría a los 1.200 euros al final de la próxima legislatura. Con esta iniciativa, los socialistas lograrían acercarse al electorado de Podemos, puesto que el partido morado ya incluyó en su programa un alza del SMI idéntica en cuanto a cuantía y plazos.

Ahora bien, conviene reflexionar sobre los costes que dicha estrategia electoral tendría para la economía. El avance histórico (del 22%) que esta remuneración experimentó en enero pasado ya ha dejado notar sus efectos en el mercado laboral. No es casual que el presente año se iniciara con registros de destrucción de empleo históricos incluso para los estándares del primer trimestre, siempre duro en el mercado de trabajo.

Sobre esta base, resulta fácil imaginar los problemas aún mayores que puede plantear la marcada elevación del SMI desde los 900 euros actuales hasta 1.200 euros, en primer lugar, por sus fuertes efectos de segunda ronda. Cuando se imponen subidas salariales en las categorías laborales más bajas, lo normal es que quienes ocupan puestos inmediatamente superiores también reclamen mejoras.

Además, es un fenómeno que afecta al sector público y privado, ya que el SMI rige para ambos. Todo ello contribuirá a elevar más los ya muy altos costes laborales de las empresas, en los que no se ha producido ningún alivio en las últimas legislaturas. Por si fuera poco, los cambios en el salario mínimo, tal y como el PSOE los plantea, llegarían en un momento especialmente delicado, de desaceleración económica, lo que amenaza aún con más intensidad la capacidad de la economía de crear empleo.

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