Opinión

Europa, incertidumbre más allá de la guerra comercial

  • Casi toda la industria europea está en recesión
  • Se precisa una hoja de ruta desde Bruselas para resolver la situación
  • La industria debe acelerar la transformación

Las factorías alemanas han comenzado a destruir empleo por primera vez en tres años. El dato es de por sí muy preocupante, ya que supone una señal más de que la desaceleración económica es una realidad cada vez más refrendada a escala global. Lo demuestra también la caída experimentada por el PMI manufacturero de la zona euro de marzo, que se reduce de 49,3 puntos a 47,5 puntos, lo que supone el mayor descenso en seis años.

Con ello, se pone además de manifiesto que la industria europea ahonda en la contracción al situarse el PMI por debajo de los 50 puntos por segundo mes consecutivo. La industria de Francia tampoco pudo escapar a esta tendencia, situándose también por debajo de los 50 puntos.

La previsión de un pronto final en la guerra comercial debe impulsar a la industria

Lo fácil sería achacar a la guerra comercial que libran EEUU y China toda la razón del mal desempeño industrial alemán y, por extensión, europeo. Si bien es cierto que estas tensiones comerciales frenan los pedidos, la realidad es que la previsión de un final feliz en el conflicto debería haber evitado una crisis en la que, sin duda, participan también otros factores de peso.

El más importante es el proceso de transformación que debe atravesar el tejido industrial mundial y que, a la vista de las cifras, supone aún una tarea pendiente en Europa. Esto se observa perfectamente en Alemania, una potencia en la fabricación de automóviles que sufre ahora por su falta de adaptación a la nueva movilidad.

Es una evidencia que la apuesta de los fabricantes por motorizaciones eléctricas e híbridas reduce los pedidos de los modelos que tradicionalmente desarrollan las fábricas alemanas.

Por desgracia para el resto de Europa, este hándicap de la industria automovilística germana no es exclusivo. El resto de plantas luchan por acometer una necesaria transformación que las habilite para afrontar el decisivo desarrollo de las nuevas motorizaciones que el motor exige.

España tampoco ha escapado a esta nueva ola y los anuncios de reducciones temporales de plantillas en plantas de Nissan o Ford lo demuestran. Un caso muy diferente es el de Seat que, gracias a la buena evolución de las ventas por los modelos SUV, está en condiciones óptimas de acoger la avalancha de nuevos modelos híbridos y ecnchufables que su matriz Volkswagen lanzará en la próxima década.

No obstante, y salvo casos puntuales, Europa debe afrontar más pronto que tarde su propia revolución industrial para no quedarse atrás ante la pujanza manufacturera de otros territorios, como China cuyo PMI repuntó en marzo tras cuatro meses consecutivos de caídas.

Para lograrlo, es preciso que las administraciones colaboren y no pongan palos en las ruedas, como ocurre en Cataluña por la deriva soberanista de la Generalitat. Con este objetivo sería deseable que en España se den soluciones más productivas que las ofrecidas hasta ahora por el Gobierno para disminuir la factura energética de los grandes consumidores industriales. Lo contrario provoca falta de competitividad y da pie a que las multinacionales, como Alcoa, anuncien cierres de de plantas.

Rebajar la factura energética, clave para impulsar la competitividad

Solo mejorando la competitividad de nuestras plantas se pondrá estar preparado para competir en una nueva era industrial y frenar los perjuicios que la ralentización económica genera en la demanda de productos a las fábricas. Además Europa, no debe olvidarse de que tiene más problemas más allá de la desaceleración y la transformación industrial. Se trata del Brexit que también supone otro importante obstáculo y cuya resolución aún se antoja lejana.

El reto que asume el Viejo Continente es, por tanto, complicado y para superarlo es necesario que exista una hoja de ruta clara desde Bruselas. Solo con un plan definido, el tejido industrial podrá defenderse de unas incertidumbres que, desde luego, van mucho más allá de la guerra comercial entre EEUU y China.

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