
La recta final del año es el momento adecuado para hacer balance y plantear propósitos para el futuro. Para valorar en su justa medida lo conseguido en estos seis meses de cambio de Gobierno y plantearnos los objetivos de cara a 2019, un año que ya se anuncia intenso, lleno de retos, pero seguro que también de oportunidades para España si sabemos aprovecharlas.
Pero empecemos por el principio, ¿qué hemos logrado en estos seis meses? La llegada del Gobierno de Pedro Sánchez el pasado junio ha marcado, sin lugar a dudas, un punto de inflexión en la política económica de nuestro país. Por primera vez en muchos años, hay un compromiso claro y firme con la disciplina presupuestaria, pero sin que ello suponga renunciar a la lucha contra las desigualdades sociales. Medidas como la subida del Salario Mínimo Interprofesional, la recuperación de la sanidad universal, la defensa del empleo de calidad, la lucha por la igualdad de género o el aumento de las pensiones más bajas, a la vez que nos mantenemos firmes en nuestro compromiso con el saneamiento de las cuentas públicas, es prueba fehaciente de que los objetivos de sostenibilidad financiera y social son no sólo compatibles sino inseparables.
La apuesta por la cohesión social es imprescindible para tener un crecimiento sostenible ahora y en el futuro. Porque es preciso aprovechar el crecimiento económico para tomar medidas de saneamiento de nuestras cuentas públicas que aceleren la reducción del peso de la deuda sobre el PIB, por justicia intergeneracional y para contar con espacio fiscal para hacer frente a las necesidades de hoy y de mañana. Pero también es urgente atajar las brechas sociales, que no sólo son injustas sino que perjudican nuestro potencial de crecimiento.
En un contexto particularmente inestable, nuestra prima de riesgo cierra el ejercicio al mismo nivel con que empezó el año
Además del rigor fiscal y las políticas sociales, la tercera pata de política económica en la que hemos venido trabajando, y que también apunta a la sostenibilidad de nuestro crecimiento a medio y largo plazo, es la coordinación de la Agenda del Cambio, una agenda de reformas con el fin de hacer frente a los retos de futuro. El cambio demográfico, la revolución tecnológica o la transición energética exigen una visión que va más allá del corto plazo: una estrategia clara y una acción decidida para tratar de convertir los retos en oportunidades mediante la valorización de nuestro capital humano, tecnológico y natural.
Poner en marcha este ambicioso cambio de política económica en tan poco tiempo, y hacerlo además en un panorama parlamentario tan exigente como el actual, ha supuesto un importante esfuerzo. Y ha sido posible en gran medida gracias al trabajo en equipo de todos los ministerios, sin fisuras y con un objetivo claro y compartido. Este trabajo ha permitido en primer lugar gestionar eficientemente el cambio de Gobierno, con una transición marcada por la normalidad, la estabilidad y la confianza. Valga como muestra el buen comportamiento de la deuda pública en los mercados financieros internacionales. En un contexto particularmente inestable, nuestra prima de riesgo -que alcanzó su máximo anual a finales de mayo antes del cambio de Gobierno- cierra el ejercicio al mismo nivel con que empezó el año. El Tesoro español ha recibido un prestigioso premio al mejor emisor de deuda soberana de 2018 y, gracias a la excelente gestión de tesorería y unos ingresos superiores a lo previsto, hemos podido reducir la emisión anual neta de deuda en más de 5.700 millones de euros. Un logro importante que contribuye a ahorrar en el pago de intereses -más de 1.500 millones de euros este año- y marcar un claro compromiso con la disciplina fiscal y, sobre todo, con la reducción del elevado volumen de deuda heredado; consecuencia de la crisis primero y de una política fiscal acomodaticia, que fió totalmente el ajuste a la buena marcha de la economía sin abordar los ajustes estructurales necesarios.
Además de garantizar la estabilidad financiera a corto plazo, estos seis meses han sido claves para completar el marco normativo para dar respuesta a la última crisis financiera, cerrando el ciclo regulatorio de estos diez años mediante la transposición de las numerosas directivas comunitarias que teníamos pendientes. Gracias a la labor del Gobierno y al importante respaldo de todo el arco parlamentario, hemos sacado adelante cuatro reales decretos-ley que avanzan en la transposición de nueve directivas ya vencidas, algunas desde hace años y con la amenaza de cuantiosas multas.
Cabe señalar el amplio acuerdo logrado recientemente en el Congreso sobre el proyecto de ley de Crédito Inmobiliario
Esta actividad legislativa tiene mucha importancia porque permite incorporar a nuestro ordenamiento numerosos derechos y reforzar la protección de los ciudadanos en ámbitos de gran relevancia como el de los productos de inversión o los nuevos métodos de pago. También supone garantizar la seguridad jurídica a todos los operadores económicos. En este sentido, cabe señalar el amplio acuerdo logrado recientemente en el Congreso sobre el proyecto de ley de Crédito Inmobiliario que, tras una intensa negociación, mejorará sustancialmente la protección de los ciudadanos, sobre todo los más vulnerables.
La gestión eficiente se plasma también en el desarrollo con éxito de algunos procesos que nos encontramos en marcha, como la subasta del 5G o la liberación del segundo dividendo digital, sin que se haya generado ningún tipo de incertidumbre entre los operadores económicos. Para tratar de remover los obstáculos al emprendimiento innovador que crea empleo de calidad estamos trabajando en una Estrategia España Nación Emprendedora y ya se ha lanzado la consulta pública de una Ley de Startups.
Así pues, trabajo y diálogo son, posiblemente, las dos palabras que mejor describen la actividad que hemos desarrollado a lo largo de estos seis meses junto con una tercera: determinación.
Las turbulencias de estos últimos días del año son un aviso. España es un país abierto que no puede aislarse de los acontecimientos mundiales
Determinación para impulsar cambios y sacar al país de la inercia en la que se hallaba desde hace unos años. Determinación para hacer frente a los retos que nos esperan en 2019 y tratar de superar los obstáculos y lograr nuestros objetivos de mejora del bienestar.
En este breve periodo de tiempo hemos podido ponernos al día en muchos ámbitos y encarrilar el trabajo, con un balance muy positivo, pero en unos días comenzará un nuevo año, que nace marcado por la incertidumbre y los importantes retos derivados del inestable escenario internacional. Las turbulencias de estos últimos días del año son un aviso. España es un país abierto que no puede aislarse de los acontecimientos mundiales y aún menos de lo que ocurra en la Unión Europea en un año de importantes cambios.
Pero los retos y las dificultades no deben hacernos olvidar los importantes activos con que contamos. Cerramos 2018 con una buena situación económica, un crecimiento notable del PIB -por encima de nuestros vecinos- y equilibrado, con baja inflación, un superávit por cuenta corriente, un sector privado menos endeudado y unas tasas de inversión bastante elevadas para esta fase del ciclo. Las perspectivas de crecimiento en 2019 siguen siendo positivas y la mejora del empleo y de la renta disponible de las familias debería traducirse en una demanda interna dinámica. Contamos con un Gobierno respetado y apreciado que, a pesar de su minoría parlamentaria, gracias al diálogo y al trabajo responsable es capaz de llevar adelante sus proyectos e impulsar un cambio de orientación para centrarse por fin en las necesidades de las personas; para mostrar el camino hacia una verdadera economía social de mercado, que conjugue la estabilidad financiera con la protección del estado del bienestar.
Desde el Gobierno estamos decididos a trabajar cada día para avanzar, a no dejar pasar ni una ocasión
Somos conscientes de que queda mucho por hacer. El Ministerio de Hacienda trabaja en la preparación de los Presupuestos Generales del Estado para 2019 para su presentación en enero. Estamos impulsando la Agenda del Cambio de reformas estructurales, la aprobación de un Libro Blanco de reforma institucional o la puesta en marcha de las nuevas autoridades macroprudencial y de protección del cliente financiero, esenciales para recuperar la confianza de los ciudadanos y demostrar, diez años después del inicio de la crisis, que hemos aprendido de los errores del pasado. Eso sin olvidar la necesidad de seguir trabajando en el refuerzo de la Unión Económica y Monetaria, para que el euro siga siendo un factor de estabilidad y prosperidad en el futuro.
En fin, los retos son importantes pero también las oportunidades. Y desde el Gobierno estamos decididos a trabajar cada día para avanzar, a no dejar pasar ni una ocasión y poner todo de nuestra parte para mejorar nuestro país. Porque si algo hemos aprendido en estos años es que hay que aprovechar los buenos tiempos para hacer las reformas necesarias que, más allá de la perspectiva de un año o una legislatura, pongan al país en la senda correcta para las próximas décadas.