Opinión

El BCE da la puntilla al mal año bancario

  • El supervisor bancario cree que la digitalización impulsará la rentabilidad
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Este 2018 que está dando sus últimos pasos no va a pasar a la historia como el mejor año de la banca. A los malos resultados en bolsa del sector -el índice Stoxx 600 bancario se deja un 8% este año-, en España se ha unido la presión política y social con la amenaza del impuesto a la banca y el decreto que convierte al sector en el obligado tributario de la tasa de Actos Jurídicos Documentados (AJD) en las hipotecas como ejemplos.

Los supervisores y los reguladores presionan al sector. Por un lado, instan a la banca a preservar su solvencia -o a reforzarla- y, por el otro, insisten en que la reducida rentabilidad que ofrecen las entidades financieras es inferior a la que reclaman los inversores, pero sin que el BCE les aporte el carburante de una subida de los tipos de interés. El 1 de enero de 2022 entrará en vigor Basilea IV y este nuevo marco va a exigir que la banca retenga algo más de capital. El plan estratégico de CaixaBank, que presentó el pasado 27 de noviembre, nos ha dado una pista sobre ello. Para adaptarse a ese nuevo entorno, la entidad que preside Jordi Gual retendrá 100 puntos básicos adicionales sobre un nivel objetivo de capital de máxima calidad -CET 1 Fully Loaded- del 12% y establece un objetivo de ROTE (retorno sobre el capital tangible) por encima del 12%. El banco defiende que con esta rentabilidad más que cubrirá su coste de capital. Hoy, con un ROTE del 9,4% afirma que ya lo hace.

Sin embargo, esta no es la tónica general en su sector. La semana pasada, en su informe sobre estabilidad financiera, el BCE insistía en que la mayoría de bancos europeos estaban decepcionando al mercado con la rentabilidad que generaban. De acuerdo con el análisis del organismo, las entidades más penalizadas -aquellas que cotizaban con mayor descuento en bolsa- eran los que soportaban una cartera más elevada de activos improductivos y presentaban unos ROE (retorno sobre el capital) más bajos.

El BCE no revela qué lugar ocupa cada entidad, pero, en un gráfico, pone claramente de relieve que apenas tres entidades de las que analiza cotizan por encima de su valor en libros. ¿Alguna solución? Ninguna que los bancos no conozcan: ajustarse el cinturón. Para el BCE, esa contención no es otra que continuar afrontando ajustes en la red y dar el paso hacia la digitalización. La consecuencia de este paso continuará siendo una reducción de los empleos generados por el sector financiero -en el pasado de los más estables y deseados-. "Una lenta adopción de la digitalización podría llevar a una rentabilidad persistentemente más baja", apunta el BCE en su informe, que destaca el éxito de la banca nórdica. Si esta afirmación del supervisor es una orden, tendremos que acostumbrarnos a que se mantenga el ya de por sí intenso cierre de oficinas. El BCE tiene en su mano moderarlos si eleva el precio del dinero.

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