
La OCDE ha revisado este miércoles a la baja sus previsiones de crecimiento para España. En concreto, reduce 2 décimas las perspectivas para este año y el próximo, situándolas en el 2,6 y el 2,2%, respectivamente.
El organismo internacional también empeora sus proyecciones de déficit hasta el 2,6% del PIB en 2018 y al 1,8% en 2019. Es cierto que la OCDE ve aún un crecimiento robusto en la economía española y que, a pesar de sus recortes para este año, sus previsiones están en la línea de las del Gobierno. Pero es indudable que en sus pronósticos existen advertencias que deben escucharse. La más importante es la subida del déficit que supone un gran problema. Máxime si se tiene en cuenta que las medidas del Ejecutivo apuntan a un mayor gasto público y prescinden de las necesarias medidas de ajuste. Pero, además, la OCDE corrobora que la desaceleración de la economía española, de la que ya han alertado otros organismos internacionales, es un hecho.
Además, los vientos de cola que han impulsado al país en los últimos años desaparecen y son sustituidos por nuevos lastres. Un buen ejemplo en este sentido es la guerra comercial y las medidas proteccionistas que, según la OCDE, originarán un crecimiento menor del esperado en el comercio mundial.
"El problema es que el Ejecutivo no está preparando a la economía española para afrontar estos tiempos más difíciles"
Esta rebaja es muy peligrosa para España, ya que socavará las exportaciones nacionales, lo que sitúa a la demanda doméstica como motor de crecimiento. El problema es que el Ejecutivo no está preparando a la economía española para afrontar estos tiempos más difíciles. Muy al contrario, amenaza con subidas de impuestos de impactos tan generalizados como la que afecta a la fiscalidad del diésel.
Resulta evidente que este tipo de propuestas afectan a la confianza de empresas y hogares, lo que redunda en un menor consumo. El Gobierno, por tanto, comete un grave error al despertar expectativas de un mayor gasto financiado a costa de los esfuerzos de los ciudadanos y las empresas. Con ello solo logra que se cree una incertidumbre en los agentes económicos que podrían hacer que la desaceleración económica de la que la OCDE advierte sea aún más honda de los esperado.