
Las empresas del Ibex 35 destinarán al reparto de dividendos entre sus accionistas un promedio del 51% de sus beneficios en este año. Se trata de uno de los porcentajes más bajos de la presente década, muy inferior a los registrados en la época de la crisis económica.
De hecho, en 2014, el abono del dividendo absorbía el 106% del beneficio de las firmas del selectivo español. En el abandono de unas proporciones tan elevadas influyen factores puramente coyunturales, como el hecho de que varias empresas que hicieron bandera de la generosidad en el trato a sus accionistas han abandonado en los últimos años el Ibex.
Es el caso de OHL o Abertis. Pero también influyen circunstancias de mayor calado y que, además, constituyen buenas señales sobre la actual situación económica. Así, las empresas tienen ahora mayores beneficios, gracias a la recuperación, lo que les permite remunerar como antes a sus partícipes y aún les quedan recursos para reinvertir y generar reservas.
De hecho, lo acostumbrado es que una empresa industrial no destine al dividendo más del 35% de las ganancias y los bancos se queden en el 50%. Pero aún hay otro aspecto que contribuye a la normalización de la retribución de los accionistas y que beneficia directamente a estos últimos.
Durante la crisis, las empresas recurrieron al pago en acciones o scrip dividend como medio para no bajar su dividendo pese a las caídas de beneficios, pero pagando el peaje de propiciar la dilución de sus accionistas.
Ahora, en plena recuperación, no tiene sentido mantener esa fórmula y debe aplaudirse que las empresas abandonen el scrip. De este modo, el accionista vuelve a cobrar un dividendo real, abonado en efectivo.