Opinión

La economía española, en positivo

Tras un arranque de año turbulento en los mercados financieros, en las últimas semanas los ánimos se han atemperado. Los buenos datos de actividad en EEUU, el anuncio de diversas medidas monetarias de carácter expansivo en China y las primeras tentativas de los grandes productores de petróleo de aproximar posiciones sobre una hipotética reducción de la oferta han contribuido a mejorar el sentimiento inversor. Consulte el especial 10º Aniversario de elEconomista.es

De hecho, todo apunta a que el impacto final de este nuevo episodio de turbulencias financieras sobre el crecimiento global será muy limitado. Un buen reflejo de ello es que esperamos que el crecimiento global se sitúe en el 3,4 por ciento en 2016, una cifra que se sitúa por encima de los registros de 2014 y 2015. En este contexto internacional relativamente favorable, la economía española exhibe unas perspectivas claramente positivas, con un crecimiento previsto para 2016 que situamos en el 2,8 por ciento. La economía española se beneficia de una combinación de factores globales que siguen apoyando el proceso de recuperación (en particular, el abaratamiento del petróleo y la depreciación del euro), pero también de la evolución de aspectos de carácter interno que son resultado de los intensos procesos de ajuste y reforma de los últimos años. En efecto, el notable avance en la corrección de los desequilibrios macroeconómicos sitúa la economía española en mejor posición para capear un potencial deterioro del entorno externo.

En primer lugar, la deuda del sector privado, después de cinco años reduciéndose, está acercándose a niveles más sostenibles. Si tomamos la eurozona como referencia, las sociedades no financieras españolas, en agregado, alcanzaron el nivel de deuda de sus homólogas europeas a mediados de 2015. Los hogares españoles, en cambio, se están desendeudando con algo más de lentitud, pero si mantienen el ritmo de reducción de la deuda del último año alcanzarán el nivel de la eurozona en 2017. Además, el descenso de los tipos de interés ha reducido sustancialmente la carga de la deuda y ha liberado recursos de las familias y las empresas, que pueden ser destinados a consumo e inversión. Así, el exceso de deuda privada, que limitó el desempeño del sector privado al inicio de la recuperación, ya está dejando de ser una losa para el crecimiento.

El sector público también cuenta con una mejor posición para afrontar las eventualidades. Los esfuerzos de consolidación fiscal y los bajos costes de financiación, gracias al programa de compra de activos del BCE, han ayudado a estabilizar el nivel de deuda pública alrededor del 100% del PIB. De todas formas, el elevado nivel de deuda hace que la economía española sea vulnerable a cambios bruscos en las condiciones internacionales de financiación.

Mientras tanto, el ciclo alcista en el sector inmobiliario se va consolidando, de modo que el ajuste del tercero de los grandes desequilibrios generados durante el boom se puede dar ya por completado. En 2015, los precios de la vivienda volvieron a crecer y la demanda de vivienda presentó signos claros de recuperación. Esta tendencia positiva se afianzará este año gracias a la incidencia de factores positivos como la creación de empleo y su impacto favorable sobre la renta de las familias. Además, la mejora en las condiciones financieras y la mayor rentabilidad que ofrece la vivienda frente a otros activos están apoyando la recuperación del sector, aunque es importante recordar que la evolución es muy heterogénea entre las distintas regiones.

Finalmente, la economía española también ha sido capaz de reconducir el desequilibrio externo. El saldo por cuenta corriente, que anotó un déficit del 10 por ciento del PIB en 2008, lleva tres años consecutivos en superávit. Si bien es cierto que el abaratamiento del petróleo ha supuesto un importante ahorro en la factura energética, equivalente al 1,3 por ciento del PIB en 2015, cabe mencionar que la buena evolución del turismo y la reducción del déficit de rentas también contribuyeron a la mejora del saldo corriente.

De cara a 2016, el petróleo barato seguirá apoyando la mejora de la cuenta corriente, concretamente supondrá un ahorro adicional equivalente al 0,3 por ciento del PIB. La mejora del saldo energético, por tanto, será más modesta, lo que pondrá en evidencia que, para conseguir un equilibrio exterior sostenible de la economía española, es indispensable que se sigan tomando medidas para mantener la posición competitiva internacional.

Los elementos positivos mencionados permiten augurar que el momentum positivo de la economía española se prolongará en 2016. Para el conjunto del año, prevemos la creación de 400.000 nuevos empleos y que la tasa de paro descienda por debajo del 20 por ciento. Este buen pronóstico debería favorecer que los beneficios de la recuperación económica poco a poco vayan penetrando en más estratos de la sociedad.

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