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Como nos ha recordado el profesor Rafael Puyol (ex Rector de la Complutense), se llama zona azul a un territorio con una gran concentración de gente mayor, de viejos en el lenguaje antiguo. Fueron el demógrafo Poulain y el médico Pes quienes, a principio del siglo XX, utilizaron esa denominación para una zona central de Cerdeña. Más adelante, el investigador estadounidense Dan Buettner inició un proyecto para identificar otros territorios con elevados niveles de longevidad. Localizó cuatro espacios más que recibieron por extensión el nombre de zonas azules y que se sitúan en Okinawa (Japón), Icaria (Grecia), Loma Linda (California) y la península de Nicoya (Costa Rica).

Este notable número de viejos se debe, según esos investigadores, a varias prácticas (ellos señalan nueve), entre las cuales está la movilidad física y no haber bebido alcohol. Puyol sintetiza las nueve prácticas en dos. La primera sería la de llevar una vida sana y la segunda insertarse en grupos que fomenten y ayuden a cumplir estas "buenas prácticas".

Pero lo que más preocupa ahora en Europa y en España no es el número de viejos sino la proporción de estos dentro del conjunto de la población. Es decir, lo que se conoce como índice de envejecimiento, cuya evolución no depende de la mortalidad (esperanza de vida) sino casi exclusivamente de la fecundidad y en menor medida de la inmigración. Un dato relevante a este respecto: en España entre 2001 y 2021 la población de entre 20 y 39 años ha caído nada menos que el 34,8%.

¿Puede ser la inmigración una solución para estos problemas de envejecimiento? Los datos históricos no avalan esta hipótesis.

Pero repasemos algunos datos significativos: el número de extranjeros entre 20 y 64 años era en 2019 de 3,6 millones (14,3%) mientras el de españoles representaba el 25%. Por otro lado, la aportación de los extranjeros a la Seguridad Social fue apenas el 6% y su IRPF se colocó en torno al 4% del total; todas estas diferencias son debidas a la baja cualificación de los empleos que ocupan los extranjeros en España. Así, mientras sólo el 9,8% de las ocupaciones elementales están ocupadas por españoles, el porcentaje sube al 76,7% entre los extranjeros. Mientras casi el 50% de los salarios bajos (el 30% más bajo) lo reciben los extranjeros frente al 26,6% de los españoles y el tercio más altos de los salarios, el 33,4%, es para los españoles frente a un 10,3% que cobran los extranjeros.

La tasa de paro de los extranjeros en la UE en 2021 fue del 8% y en España estuvo por encima del 28%.

En fin, que desde el punto de vista económico la inmigración en España soporta una "integración" francamente mejorable.

Ahora bien, el número de nacimientos con alguno de los dos progenitores extranjeros es bien alto: el 31,3% de los nacidos en 2019 (últimos datos disponibles). Es por la vía de la fecundidad por la que la aportación de los inmigrantes puede hacer bajar el índice de envejecimiento.

Sin embargo, la experiencia nos dice que las mujeres extranjeras más pronto que tarde adoptan comportamientos fecundos cada vez más parecidos al lugar de destino que al lugar de origen.

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Comentarios 3

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Axyz Bxzy
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So what? Que dirían los americanos.

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#1
yomismo
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Pero hombre, a quien se le ocurre contar algo a favor de la inmigración en un medio de derechas.

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#2
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En cuanto la pensión se haga fuertemente proporcional al número de hijos, verás cómo la gente tiene hijos; con el sistema actual con tener un hijo vas que chutas.

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#3