
Es difícil de saber qué es lo que se le pasa por la cabeza realmente a Vladimir Putin desde que se iniciaran, en 2013, las injerencias con Ucrania. Seguro que en sus decisiones cuenta muy poco la economía. Como abogado y espía antes que fraile, en su estrategia cuenta mucho más la geopolítica (o la historia) que cualquier otra cosa. Es una cuestión de corazón y no de bolsillo.
Si tenemos en cuenta que las únicas bazas reales de presión de Occidente contra Rusia son las amenazas económicas y financieras (en forma de sanciones), pocas esperanzas hay de frenar a Putin en sus exigencias y en las medidas que tomará para que Ucrania no se alinee con la OTAN.
Rusia [Putin] apuesta por un conflicto en múltiples frentes (anexiones parciales, desinformación, ciberataques, corte de suministro de gas, apoyo a independentistas). Putin sabe que es muy poco probable que Occidente responda a cualquier incursión en el territorio de Ucrania (fuera de la UE y de la OTAN), que está prácticamente a merced de su suerte. Ya tiene experiencia en el pasado y ahora, previsiblemente, ocurrirá lo mismo.
Podríamos pensar que para España la economía en este conflicto tampoco cuenta. Sin embargo, este sería un análisis demasiado simplista, si no tuviéramos en cuenta los múltiples intereses comerciales, geopolíticos y de valores democráticos que le unen a occidente.
En España residen casi el doble de ciudadanos ucranianos que rusos, aunque esta cifra no distingue entre ucranianos prorrusos de los que se sienten de su propio país. Sin embargo, este hecho no ha tenido influencia a la hora de incrementar destacadamente los vínculos comerciales de Ucrania con nuestro país.
Las inversiones españolas en Rusia son de veinte a treinta veces mayores que las realizadas en Ucrania. Es decir, poco se ha aprovechado nuestro país del giro a occidente de Ucrania en términos económicos o comerciales (alrededor de 600 millones de Euro en exportaciones, muy inferiores a las de otros países de la UE).
Lo mismo le ocurre a la Unión Europea, que en su apoyo a Ucrania piensa más con el corazón que con la cabeza. Las importaciones ucranianas de productos Europeos se han mantenido estables (ligeramente al alza) en todo este conflicto. La UE 28 no ha aprovechado las bajadas de las importaciones de productos rusos por parte de Ucrania. Sólo los Estados Unidos han incrementado ligeramente sus exportaciones, aunque de forma poco destacable.
Las importaciones de la Federación Rusa de productos de la Unión Europea, también han descendido en los últimos 7 años. Y en esta bajada mucho han tenido que ver las sanciones.
Para Estados Unidos un recrudecimiento del conflicto no representará mucha diferencia desde el punto de vista económico, al contrario de lo que ocurre con la UE y, en menor medida, con España. La UE y España serán víctimas colaterales de sus propias sanciones contra Rusia.
¿Qué significa una escalada del conflicto con Rusia para España y para Europa?
El paquete de sanciones que la UE acaba de anunciar en París, como respuesta a los últimos movimientos por parte de Rusia, vuelve a jugar en el terreno económico y financiero. En las próximas horas, es de prever incremento en las sanciones después de la entrada de soldados rusos y los primeros bombarderos en zonas selectivas. Las sanciones pretenden limitar el acceso de Rusia a los mercados financieros europeos.
Tendrán un destacado efecto (con un pequeño decalaje temporal) en las inversiones de empresas españolas, que se verán afectadas por una contracción del mercado ruso (o del ucraniano) y de una eventual dificultad en acceder a financiación occidental.
La presencia e inversiones españolas en Ucrania y Rusia se concentra en industria del automóvil o transporte, digital/teleco, energía renovable, alimentación y consumo, que se verán afectados si hay una contracción económica y financiera rusa o una creciente inestabilidad en Ucrania que incidirá en el consumo.
También tendrá un efecto en la economía y sostenibilidad rusas a largo plazo, su enorme dependencia de la exportación de los combustibles fósiles. Esos que Occidente parece decidido reducir drásticamente en los próximos años. Y sus acuerdos con China, no parecen suficientes para cubrir una eventual pérdida de clientes por las sanciones.
La escalada de tensiones y de sanciones también afectará al suministro de gas a España. Pero no está claro en qué medida el gas ruso se verá muy afectado por las sanciones anunciadas, dado que Europa tiene que hacer acopio para el invierno que viene.
La invasión, parcial o total, de Ucrania también tendrá un efecto en la subida del precio de los cereales, que afectarán a la harina y, por lo tanto, a productos básicos como el pan.
Tampoco nos podemos olvidar de la producción de ciertos minerales estratégicos, usados en teléfonos móviles o en vehículos eléctricos, en la que dependemos en gran medida de Rusia. Su precio claramente subirá ahora que el conflicto se está recrudeciendo.
Las agresiones en pro de la geopolítica le saldrán muy caras a la Federación Rusa en términos económicos y financieros. Ello tendrá un previsible efecto en nuestras empresas presentes en Rusia y Ucrania.
La cabeza de Putin, que es más inescrutable que su corazón, no da muchas pistas de hasta dónde llegará en este conflicto para frenar la expansión de la OTAN hacia el este. Eso hace difícil valorar de forma exacta el riesgo para las empresas españolas presentes o con intereses en dichos mercados. Pero sin duda, los riesgos ya se están materializando.