Opinión

La España despoblada

Pienso -y muy en serio- que la batalla ideológica la van a perder Sánchez y compañía, aunque por ahora parezca imponerse gracias al apoyo mediático de Prisa, y su acompañamiento de encuestas electorales.

A propósito de las próximas elecciones en Castilla y León, se ha puesto en primer plano la España vaciada, que tenga o no tenga éxito electoral ha abierto un debate más falso que una nube vacía.

Pero es verdad que, en palabras del analista Esteban Hernández, Castilla y León vive entre la decadencia y el orgullo. Entre los principales afectados por ese declive están los jóvenes, que en su gran mayoría se ven obligados a emigrar, dado que allí los puestos de trabajo son escasos y no ofrecen un recorrido profesional decente.

Las grandes ciudades están concentrando las oportunidades laborales, tanto en el sector servicios como en el industrial. Las grandes empresas, (las del Ibex, las grandes consultoras, los despachos jurídicos de renombre o las firmas de inversión) se ubican principalmente allí. Simultáneamente, la creación de empleo en muchas de las provincias españolas, sea en sus ciudades o en el campo, es tan endeble que lleva a que un porcentaje importante de su población se marche a buscar empleo no cualificado a otros lugares. Por decirlo de otra manera: lo quieran o no, para hacer carrera o simplemente para contar con un empleo, se ven obligados a emigrar.

Este proceso de vaciamiento viene de lejos y tiene que ver con la urbanización en la época del tardo franquismo.

En ese problema, que lo es, ha entrado con fuerza Vox, que a la hora de elegir a su candidato castellanoleonés ha encontrado a alguien que se ha quedado en su tierra y al que le va bien profesionalmente. Su idea es crear las condiciones para que exista la posibilidad de que los nacidos allí se queden en su tierra y arrimen el hombro, porque sería mejor para todos. Y esta vez no bastará con seguir considerando a Vox como un partido de ultraderecha.

Detrás de este problema –y sigo con Esteban Hernández- es preciso ver las cosas con objetividad: Madrid y Barcelona han significado una etapa de innovación y modernidad, y, probablemente, el resto de territorios estaban inmersos en una espiral de decadencia por la falta de ideas para situarse en un nuevo escenario urbano y rural.

El problema, sin duda, es grave y es global, pues las dinámicas benefician a unas cuantas ciudades y perjudican a las demás zonas de un país (y ha ocurrido en casi todo Occidente). Además, esas tendencias también producen efectos negativos sobre las grandes ciudades. Estamos ante una situación de difícil reversión y de casi imposible solución. En otras palabras, el problema está no sólo en la desertización sino también en las grandes urbanizaciones.

Valladolid, León o Salamanca, entre otras, tienen problemas mucho más amplios que la agricultura y la ganadería; las poblaciones con pocos habitantes de la España interior también, y el mismo sector agroalimentario debe afrontar momentos difíciles respecto de los escasos márgenes que les quedan. Problemas que van mucho más allá de las macrogranjas. Problemas que están ligados a una demografía decadente y a una fecundidad bajo mínimos.

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