
El comportamiento de la economía española vuelve a quedar por debajo de las expectativas. El pasado trimestre, el periodo que debió corresponderse con el gran verano de la recuperación, se saldó con un avance del PIB de sólo un 2% intertrimestral, siete décimas por debajo de lo que pronosticaba el consenso de los analistas.
Ni siquiera un periodo de vacaciones desarrollado bajo unas restricciones anti-Covid mucho más moderadas que en 2020 sirvió para dotar de verdadero empuje a la recuperación. Se repite así la situación del segundo trimestre, cuando tampoco el levantamiento del estado de alarma en mayo fue el revulsivo que se esperaba y el crecimiento tuvo que recalcularse a la baja, hasta situarlo en el 1,1%. Este último revés bastó para que el consenso de los analistas y las principales instituciones, con la llamativa excepción del Gobierno, consideren inalcanzable un crecimiento superior al 6% en 2021 y bajen sus previsiones al entorno del 5%. Es imposible descartar más empeoramientos, incluso en 2022, considerando la preocupante evolución de ciertas variables clave en la Contabilidad Nacional. En concreto, el consumo brindó una desagradable sorpresa en el tercer trimestre, en pleno verano, al registrar un descenso del 0,3%. Es más, en el caso de los hogares, el retroceso de su desembolso llega al 0,5%. Los datos de PIB podrían así haber sido peores si no fuera por el avance del 3,4% de la producción industrial.
La Contabilidad Nacional del tercer trimestre decepciona otra vez tras registrar, en pleno verano, un menor consumo
No obstante, como los expertos señalan ese dato fue aún incapaz de recoger todo el daño que la falta de suministros provoca en ese sector. Todo apunta a que la crisis ha dejado importantes daños estructurales en la economía que están ya socavando la recuperación.