
El dato adelantado sobre el IPC de este mes hace saltar las alarmas, tras situar su tasa interanual en el 5,5%, un nivel no visto en casi 30 años. Surgen, no obstante, voces que llaman a la calma alegando que ese nivel marca ya el techo en el que la inflación terminará 2021 para comenzar, posteriormente, un descenso a lo largo de 2022.
Este argumento tiene a su favor el comportamiento que muestra en las últimas semanas el gran culpable de las alzas de precios: el gas. Los futuros sobre la cotización de este hidrocarburo encadenan tres días de retrocesos. Y se prevé que esta tendencia continúe debido a la decisión de Rusia de aumentar el bombeo para elevar el suministro a Alemania y Austria el mes próximo. Ahora bien, resultaría aún precipitado dar por terminados los problemas de los últimos meses en el mercado gasístico. Está por verse cuál será el efecto del inevitable aumento de la demanda que llegará con el invierno, en un ámbito en el que aún existen tensiones de oferta. Es más, el IPC sigue mostrando un comportamiento preocupante incluso después de aislar los efectos de la energía. Lo evidencia la inflación subyacente en España que, tras meses de mantenerse por debajo del 1%, está ya rozando el 1,5% y las previsiones apuntan a que seguirá al alza por la escasez generalizada de suministros.
Está aún por demostrarse que el IPC haya encontrado su techo y esté abocada a moderarse a partir de 2022
Por ello, los expertos avisan de que hay síntomas de que la alta inflación, aun cuando modere sus subidas, podría estabilizarse en sus elevados niveles actuales. De hecho, ni siquiera el nuevo mensaje tranquilizador del BCE, defendiendo que el repunte de precios es coyuntural, convenció a los mercados. El elevado IPC sigue constituyendo una amenaza de primer orden para la recuperación.